Cómo gestionar el estrés: relajación y meditación

El que esté libre de estrés, que tire la primera piedra. Pocas piedras habrá, en los tiempos que corren….

Sin embargo, tal y como explica nuestra psicóloga Noelia Aguirre, el estrés no tiene por qué ser malo: “Si entendemos el estrés como nuestro sistema de alarma frente a los peligros, aceptaremos que es sensato experimentar un cierto nivel de estrés: no sentirlo nos dejaría desprotegidos”.

“El estrés es el mecanismo a través del cual nuestro sistema nervioso regula la cantidad de energía que es necesario invertir al enfrentar una situación dada, el grado de atención que la situación merece de acuerdo a su importancia, su significación particular para nosotros, su carácter de novedad o no, los recursos que tenemos para enfrentarla, etc. Si una situación es peligrosa, muy importante, o nueva para nosotros, entonces requiere más atención, más energía, que movilicemos nuestras capacidades para enfrentarla con éxito”, afirma Noelia Aguirre.

Nuestra psicóloga lo tiene claro: “experimentar un cierto nivel de estrés es a veces una condición asociada a la eficiencia: no es necesariamente malo, aunque pueda sentirse como desagradable. Se vuelve patológico o anormal cuando es desproporcionado con la significación racional de la situación, cuando exageramos la importancia de la situación, cuando la interpretamos de manera catastrófica, cuando exageramos su peligrosidad”.

De hecho, estas interpretaciones catastrofistas son el origen de muchas de nuestras preocupaciones diarias: “En mi vida he pasado a través de cosas terribles, algunas de las cuales sí sucedieron”, dijo el genial Mark Twain. Cuántas veces nos damos cuenta de que aquello que tanto nos preocupó en el pasado se ha diluido en el tiempo, sin que finalmente haya generado ninguna consecuencia dramática…

El carácter más o menos desagradable que tenga la vivencia del estrés depende también de nosotros: Un nivel adecuado de estrés puede vivirse como entusiasmo, como potencial creativo, como un desafío que enfrentamos con placer y auto confianza, como una preocupación razonablemente “protectora”. Un nivel excesivo nos agobia y nos paraliza, nos sentimos inundados e impotentes.

Así pues, nuestros esfuerzos no deben ir enfocados a eliminar el estrés, sino a aprender a realizar una gestión del estrés de forma adecuada. Adoptar una actitud realista, pragmática, racional y constructiva parece lo más necesario y, para conseguirla, una de nuestras más firmes recomendaciones es realizar habitualmente ejercicios de meditación que nos ayuden a aprender a respirar mejor, a gestionar nuestro estrés y a controlar nuestras emociones.

Aunque podamos tener la idea de que meditar es evadirse, Nieves González, nuestra profesora de Yoga y meditación en SHA Wellness Clinic, nos explica que “meditar es tomar conciencia de en qué y cómo llevas a cabo tu rutina diaria. De prestar atención absoluta al cuerpo y a la mente. No tiene que ver con el tiempo sino con estar presente”.

El cuerpo es la voz de un sistema emocional que no puede expresarse más que a través de la mente. Como mente y cuerpo pertenecen a la misma persona, el beneficio de una repercute en beneficio de otra. Y viceversa. El estrés se auto induce y sus hermanas mayores son la ansiedad y la angustia. Como ha explicado Noelia Aguirre, el cerebro se va programando con amenazas externas que no suelen ser tan amenazadoras en la realidad. Por eso hay que enseñar a las personas a “desprogramarse” y la meditación es una buena forma conseguir esto, aprendiendo con ello una correcta gestión del estrés.

Nosotros tenemos claro uno de los remedios para el estrés:

Para minimizar sus efectos, basta con dedicar unos minutos al día a la relajación mediante la reflexión y el reencuentro con uno mismo de manera que consigamos el reequilibrio de mente, cuerpo y espíritu.