Desde que nacimos nos han dicho que hay que beber mucha leche y tomar muchos productos lácteos para crecer, tener unos huesos fuertes y una salud radiante. Nuestros padres, nuestros profesores y los médicos nos han aconsejado, quizás sería mejor decir nos han impuesto, que la leche y productos lácteos deben ser una parte importante de nuestra dieta. Muchas personas se han hecho eco de este mensaje beben y toman estos alimentos cada día, pero, sin embargo, su salud no es tan radiante y sus huesos cada vez tienen menos masa ósea. De hecho, se ha demostrado que en los países donde se consumen más productos lácteos (EE.UU., Inglaterra, etc.) es donde hay más osteoporosis en el mundo. Y esto es normal teniendo en cuenta que el hábito de consumir leche y derivados durante toda nuestra vida va en contra del sentido común, nuestra fisiología y de la biología.
Todos los animales mamíferos durante su infancia subsisten únicamente a base de la leche de su madre, pero después de que son destetados, comen otros alimentos y nunca vuelven a probar ningún tipo de leche. Esta norma universal no es respetada por millones de seres humanos que nos han convencido de que debemos tomar leche todos los días de nuestra vida y la debemos obtener de otros animales, principalmente de la vaca.
Cada especie de mamíferos obtiene la leche de su especie, el ternero de la vaca, el potro de la yegua, etc. Sería impensable ver a un ternero amamantándose con la leche de una yegua o a un chimpancé ordeñando a una cabra; como también ver a una persona en la naturaleza abalanzándose sobre una vaca para obtener leche. Este sentido común es olvidado por la mayoría de nosotros pues cualquier tipo de leche la tenemos a nuestro alcance, embotellada, empaquetada, etc. Pensamos que porque abunde en las tiendas leche y productos lácteos significa que es sano y deberíamos consumirlos frecuentemente. Nuestra mente se ha creído que esto es así cuando las evidencias científicas y el sentido común, tan olvidado en muchas ocasiones, nos digan todo lo contrario. Aquí tenemos algunos motivos para dejar de tomar leche y derivados tras ser destetados:
- La única leche adecuada para el ser humano es la de su propia especie. La leche de vaca está adaptada a las necesidades nutricionales de los terneros, los cuales doblan su peso en 47 días (los seres humanos en 180 días), tienen cuatro estómagos y pesan 150 kilos al cabo de un año. La leche de vaca contiene 3 veces la cantidad de proteína que la leche humana y casi el 50% más de grasa. Los bebés humanos son más pequeños que las vacas. Necesitan menos proteína pero más de otros nutrientes para satisfacer sus necesidades especiales. La cantidad de proteína en la leche de las vacas es mayor debido a su tamaño mayor y a su crecimiento más rápido. La leche de vaca carece de nutrientes necesarios para el desarrollo del cerebro de los bebés humanos.
- La leche es indigestible una vez que la persona tiene más de tres años. En un estudio realizado por The U.S Government Committee on Nutrition ( El Comité sobre Nutrición del Gobierno de Los Estados Unidos de América), fue descubierto que muchos individuos sanos desarrollan indigestión, gases, calambres y diarrea después de una hora o dos de beber la leche. Se dice que tienen ‘intolerancia a la leche». El Comité sobre Nutrición observó que la mayoría de los adultos en el mundo tienen bajos niveles de lactasa intestinal y llegaron a la conclusión que esto es la norma en los adultos. El 75% de los humanos, 3 de cada 4, a la edad de los tres años invariablemente cesan de segregar dos enzimas necesarias para la digestión de la leche. Estas enzimas son la lactasa para la digestión del azúcar de la leche, la lactosa, y la renina para la digestión de la caseína, la cual contiene la proteína y los minerales como el calcio. La práctica de usar leche más allá de la infancia conduce a la enfermedad; incluyendo los siguientes síntomas: indigestión, gases calambres, diarrea, constipados, asmas, alergias, desórdenes intestinales, etc. Los mismo síntomas se observan también en los animales alimentados con leche después del periodo de lactancia natural.
- La leche es tóxica. Cuando se toma leche y productos lácteos, nuestra flora intestinal los descompone, fermentando parte y pudriéndose la otra parte, resultando subproductos tóxicos de desecho que envenenan a nuestro organismo y agotan su energía vital.
- La leche precipita la formación de moco cuando el cuerpo intenta desintoxicarse a sí mismo. La presencia de productos lácteos en el cuerpo ocasiona la expulsión de moco a través de los órganos respiratorios: resfriado común, asma, sinusitis, alergias, bronquitis. Por supuesto que la leche y los productos lácteos no son los únicos factores responsables de estos procesos orgánicos de eliminación, pero su uso en la dieta es uno de los factores determinantes que obligan al cuerpo enervado y tóxico a iniciar estos y otros procesos para la purificación y reparación del mismo.
- La pasteurización de la leche destruye sus nutrientes. Al calentar la leche, el calcio se transforma en inorgánico. Esto significa que su estructura molecular es alterada por el calor, convirtiéndose en inutilizable y tóxico. Además, en el proceso de pasteurización, la proteína de la leche (caseína) es coagulada y endurecida y, por tanto, se hace indigerible. La leche pasteurizada produce calcificación de los tejidos blandos del cuerpo. El calcio inorgánico y no absorbido de la leche pasteurizada, es depositado en los tejidos blandos y calcifica, precipitando un gran número de enfermedades: artritis, cataratas, piedras en el riñón, dolor de espalda, etc. Un gran número de pacientes propensos a la formación de piedras en el riñón no tienen más tiempo este problema después de eliminar los productos lácteos de sus dietas.
- Tienen un exceso de proteínas de reacción ácida en el cuerpo que le obligan a sacar el calcio (mineral alcalino) de los huesos ocasionando osteoporosis, además, de provocar enfermedades renales y artríticas. La leche y productos lácteos, como el resto de alimentos animales, son ricos en proteína de reacción metabólica ácida (el cuerpo al metabolizarlos produce ácido láctico y ácido úrico que acidifican la sangre), y contienen ácidos como el fosfórico y sulfúrico. Nuestro cuerpo para mantener la homeostasis y realizar todas sus funciones correctamente necesita que su sangre se mantenga con un pH ligeramente alcalino. Si nuestra sangre estuviera demasiado ácida, moriríamos. Al consumir alimentos de origen animal nuestro cuerpo se ve obligado a neutralizar los ácidos citados anteriormente utilizando sus reservas de calcio, que es un mineral alcalino. El 99% de nuestro calcio está en los huesos por lo que a medida que estas reservas se agotan, es decir, a medida que el calcio es extraído de los huesos éstos se vuelven más frágiles y porosos desarrollándose la osteoporosis al perder más del 50% de su masa ósea. La osteoporosis afecta en España a 3 millones de personas y provoca 170.000 fracturas. Los países con mayor consumo de productos lácteos, son los que tienen mayores porcentajes de osteoporosis del mundo. En los países occidentales 1 de cada 4 mujeres de 65 años ha perdido la mitad de su densidad ósea.
- La leche es alta en colesterol y grasas saturadas. El único colesterol que necesitamos lo produce nuestro hígado. Si además lo obtenemos de fuentes externas (alimentos animales, leche y productos lácteos), puede ocurrir un exceso en nuestro organismo acumulándose en nuestra arterias. La consecuencia de este exceso puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
- Los productos lácteos contienen pesticidas, hormonas y antibióticos. Estas sustancias son tóxicas y se concentran en los tejidos y fluidos que segrega el animal como la leche, por lo que pasan al consumidor humano envenenándole. Los alimentos que dan a los animales explotados por la industria láctea están contaminados por pesticidas. Debido al estrés que padecen los animales ante el abuso al que son sometidos y para maximizar la producción láctea, a menudo se les da hormonas y antibióticos que se acumulan en su estructura orgánica.
Para aquellas personas que les preocupa de donde pueden obtener el calcio, deben saber que este importante mineral es abundante en el reino vegetal: algas, frutas, verduras sobre todo de hoja verde, frutos secos y semillas, sobre todo de sésamo. Estos alimentos nos proporcionan en abundancia la cantidad requerida de calcio de mejor forma y más rápidamente utilizable por nuestro cuerpo.