Alimentación consciente en las fiestas navideñas

Digámoslo cuanto antes: no hay carta blanca para comer en Navidades, y eso no es precisamente una mala noticia. Si llevas un tiempo reeducando tu manera de comer y mejorando tu nutrición ahora toca incorporar el mindfulness a la mesa. Es decir, si eres consciente mientras comes, no te distraes con el teléfono y no miras la tele estarás más atento a la señal de saciedad que te envía el cerebro y comerás menos. No tendrás que hacer mucho más que prestar atención mientras comes, a la comida y a la manera y velocidad con que la comes.

Si en estas fiestas pones en marcha la alimentación consciente o Mindful Eating será una señal de que has desactivado malos hábitos y patrones disfuncionales de tu relación con la comida. Habitualmente otorgamos al acto de comer el poder de suplir carencias y necesidades ajenas al hambre. Comemos por aburrimiento, por soledad, por insistencia del entorno, o, sencillamente, porque tenemos comida en el plato. El hambre es lo último en entrar en la ecuación.

La alimentación consciente consiste justamente en aplicar los principios de atención plena o Mindfulness al acto de comer, prestando atención y poniendo intención a los pensamientos, emociones, sensaciones físicas y conductas que tenemos antes, durante y después de comer.

Los psicólogos y nutricionistas llaman estilos de ingesta a esos modos de comer. Y describen al menos tres de ellas: el estilo restrictivo, relacionado con la mentalidad de dieta y de prohibición que es insostenible a largo plazo; el emocional, que consiste en usar la comida para gestionar las emociones, y el comer externo, que sucede cuando el deseo de comer se dispara ante estímulos externos que no tienen que ver con nosotros mismos, como la exhibición de alimentos, los olores o los colores. Estos estilos de ingesta aumentan la desconexión con las señales que nos envía el cerebro, ya sean de hambre o de saciedad.

La alimentación consciente propone pasar por encima de todo eso prestando atención durante el acto de comer, de manera que no se nos escapen nuestras señales internas. Para ellos propone equilibrar tres fuerzas fundamentales: la satisfacción, entendida como el placer de comer y el bienestar que nos causa, el cuidado, entendido como la atención a las necesidades físicas, psicológicas, emocionales y sociales, y la salud, que se refiere a la calidad de lo que comemos.

¿Cómo activar la alimentación consciente?

La alimentación consciente implica sentir y percibir los olores, los sabores y las texturas de la comida, de esta forma involucramos a los cinco sentidos, disfrutamos más y estamos más atentos.

También supone reducir la velocidad a la que comemos para conseguir una mayor concentración y conexión con nuestro cuerpo.

Por último, la alimentación consciente nos permite tomar conciencia de las señales de hambre física y de saciedad para decidir qué, cuándo y cuánto comer. Así se minimizarán los momentos en los que comemos por otros motivos.

Los beneficios de entrenar y practicar la alimentación consciente son muchos, uno de los fundamentales es crear una mentalidad positiva en torno a la comida y que la experiencia de comer sea menos conflictiva y no esté interferida por pensamientos negativos sobre el aumento de peso.

Cuando comemos conscientemente prestamos atención a qué tipo de alimentos comemos y a la cantidad. De esta manera, podemos reducir el exceso de comida a medida que tenemos más consciencia de las señales del cerebro.

Numerosos estudios abogan por el uso de la alimentación consciente como  estrategia para combatir el sobrepeso y la obesidad. En 2019, la revista Obesity Reviews publicó un metaanálisis de ensayos con resultados muy positivos.

La obesidad es posiblemente uno de los ámbitos más interesantes en el uso de la alimentación consciente para reconducir una conducta alimentaria alterada hacia un comportamiento más sano respecto a la comida.