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SHA Magazine Salud y belleza
El 19 de octubre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de Mama para apoyar y solidarizarse con las mujeres que lo sufren y sensibilizar y concienciar a toda la sociedad de la importancia de la investigación y la detección precoz. El cáncer de mama tiene un impacto directo tanto en la persona que lo padece como en su entorno y, además, afecta a todos los ámbitos: personal, emocional, físico, laboral y económico.
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que en 2022 se diagnosticarán en España 34.750 nuevos cánceres de mama. El dato esperanzador es que, gracias a la prevención primaria, el diagnóstico precoz y los últimos avances médicos, técnicos y científicos, la tasa de supervivencia a cinco años, que ha aumentado un 20 % en los últimos 40 años, se sitúa en torno al 90 %. Esto significa que, de cada 100 mujeres con cáncer de mama, 90 continúan con vida cinco años después del diagnóstico.
Como nos comenta Cinthya Molina, psicóloga de SHA Wellness Clinic, “el cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales y su pronóstico depende, en gran medida, de la detección precoz. De hecho, si se diagnostica en la etapa inicial tiene un índice de recuperación de casi el 100 %”.
Una vez diagnosticado el cáncer, la vida se detiene y todo empieza a girar alrededor de la enfermedad. Pero, una vez terminado el tratamiento, comienza el proceso de recuperación y de readaptación a la nueva normalidad que, aunque parezca sencillo y lleno de alegría, también puede ser lento y con algunos miedos. Como cuenta Cinthya “es justo en este momento cuando nos damos cuenta de que la vida ha seguido avanzando y que no está en el punto que la dejamos. Cuando una persona supera una enfermedad grave se produce el llamado crecimiento postraumático, que consiste en un cambio de valores y prioridades provocado por haberse enfrentado a la impredecibilidad de la vida y la gestión de la incertidumbre. Por eso, regresar a la rutina diaria puede resultar un desafío y dar un poco de vértigo. En eso precisamente consiste ser resiliente, en aprovechar las circunstancias difíciles de la vida para sacarles partido y salir empoderado de ellas”.
Para minimizar la incertidumbre y afrontar el proceso con esperanza y confianza, Cinthya recomienda “vivir el presente, el aquí y el ahora, pasar más tiempo con los seres queridos y hablar sobre los sentimientos. El cáncer suele ser como un tamiz que selecciona las relaciones buenas de las que no lo son. Además, es muy importante mejorar el autocuidado: cuidar la alimentación, el sueño y el descanso, practicar ejercicio físico, tener una buena higiene mental y mantener una conducta proactiva, respetando el ritmo propio. Es decir, traducir en hechos los cambios que hemos ido planificando. En definitiva, y pese a las dificultades, es posible volver a la rutina después de haber superado un cáncer de mama. Quizá no igual que antes, sino incluso mejor”.
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