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SHA Magazine Salud y belleza
El consumo de gluten está afectando a un número creciente de personas a nivel mundial, generando dudas comunes como: «Si tengo sensibilidad al gluten, ¿significa que soy celíaco?» o «¿Ser celíaco implica tener una enfermedad autoinmune?» Es importante aclarar que el diagnóstico de la enfermedad celíaca se basa en un proceso médico diferencial, no siendo una elección personal ni un simple capricho el hecho de no poder ingerir gluten. En cualquier caso, el diagnóstico de celiaquía debe ser realizado por profesionales especializados para establecer con certeza esta condición.
La Enfermedad Celiaca (EC) es una patología multisistémica que tiene una base autoinmune, provocada por el gluten y las prolaminas en individuos genéticamente susceptibles a estas sustancias.
“La enfermedad se caracteriza por la presencia de una combinación de manifestaciones clínicas dependientes del gluten, anticuerpos específicos de EC, haplotipos HLA DQ2 o DQ8 y enteropatía”. Esta definición es la más aceptada y fue actualizada por la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición en 2012.
Se calcula que entre los europeos y sus descendientes hay una prevalencia del 1%, es una enfermedad más frecuente en las mujeres, y se estima que al menos un 75% de quienes la padecen están sin diagnosticar.
Los expertos afirman que la enfermedad tiene una base autoinmune. Eso significa que en el desarrollo de la celiaquía está la acción del sistema inmunitario, que obliga a las defensas de la persona celíaca a reaccionar exageradamente ante la ingesta de gluten. En este caso, la reacción autoinmune dañala mucosa del intestino y destruye las vellosidades intestinales encargadas de absorber los nutrientes necesarios para mantener una buena salud.
Pero la enfermedad también tiene una base genética marcada por la presencia de los marcadores haplotipos HLA DQ2y DQ8 que indican una predisposición que aumenta la probabilidad de padecer la enfermedad. Sin embargo, presentar genética compatible no implica llegar a desarrollar la patología, hay otros factores que intervienen, y uno de ellos puede ser el sistema inmunitario.
Según explica la doctora Marien Silva, del Departamento de Well-ageing de SHA Wellness Clinic, la definición más aceptada de enfermedad autoinmune es una patología en laque el sistema inmunológico ataca por error a los tejidos y a las células de su propio cuerpo, en lugar de protegerlo contra invasores externos como pueden ser las bacterias y los virus.
El sistema inmunológico –explica la Dra. Silva– es muy complejo y esto hace que las enfermedades autoinmunes sean difíciles de abordar, pues los síntomas son muy variables de un paciente a otro, y no existe una causa única, lo cual dificulta el diagnóstico temprano y preciso de la enfermedad.
“Además, muchos tratamientos para las enfermedades autoinmunes implican la supresión del sistema inmunológico, y esto provoca que los pacientes sean más susceptibles a las infecciones y a otros efectos secundarios.” Además, no todas las personas responden igual a los tratamientos, por lo que el abordaje de estas patologías requiere un enfoque individualizado.
Se cree que el estilo de vida occidental puede estar influyendo en la alta incidencia de enfermedades autoinmunes. “Uno de los factores cruciales es la dieta, que en Occidente a menudo es alta en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos procesados, y ha sido relacionada con la disbiosis intestinal. Cuando la microbiota está desequilibrada, puede llevar a una respuesta inflamatoria crónica en el intestino, lo que a su vez desencadena respuestas inmunitarias inapropiadas. Esta inflamación crónica puede afectar negativamente a la regulación inmunológica”, indica la Dra. Silva.
La experta explica que un desequilibrio en la microbiota también puede aumentar la permeabilidad del revestimiento intestinal, y permitir que sustancias no deseadas ingresen al torrente sanguíneo. Esto puede activar de manera inapropiada el sistema inmunológico, contribuyendo al desarrollo de enfermedades autoinmunes.
A todo esto hay que sumar algunas circunstancias frecuentes en el estilo de vida occidental que contribuyen a la inflamación crónica y a la exacerbación de las enfermedades autoinmunes, entre ellas la poca actividad física, el estrés crónico y la exposición a sustancias químicas ambientales. La Dra. Silva es contundente: “Específicamente el estrés crónico puede tener un impacto negativo en la función inmunológica”.
¿Tener una intolerancia al gluten equivale a tener enfermedad celiaca?
No. Existe una sensibilidad al gluten que fue descrita por primera vez en 1970 y que desde 2011 ha empezado a ser estudiada de manera intensiva para determinar si el gluten es el único causante de los síntomas, o si otros componentes del trigo o de los cereales pueden estar implicados en estas reacciones.
Esta sensibilidad se conoce como Sensibilidad al Gluten No Celiaca (SGNC) y es un término controvertido y polémico. Lo que sabemos hasta ahora con total certeza sobre esta patología es que el paciente tiene los síntomas digestivos y extradigestivos característicos de la enfermedad celíaca, pero según las pruebas diagnósticas el paciente no es celíaco. Tampoco es positivo a los tests de alergias al gluten o al trigo. Los síntomas mejoran cuando se hace una dieta sin gluten, y empeoran cuando este elemento se vuelve a incorporar a la dieta.
Hasta el momento no existe una prueba específica para diagnosticar esta intolerancia, pero se sabe que para concluir que un paciente padece Sensibilidad al Gluten No Celíaca es necesario haber descartado la enfermedad celíaca (que los anticuerpos antitransglutaminasa y antiendomisio en sangre sean negativos y que no se observe atrofia de las vellosidades intestinales en la biopsia). Además, debe haberse descartado la alergia al trigo, y que los síntomas hayan mejorado tras hacer una dieta estricta sin gluten de entre cuatro y seis meses. Del mismo modo, cuando se introduce otra vez el gluten dichos síntomas deben volver a manifestarse y empeorar.
Los expertos señalan que la mejoría clínica al eliminar el gluten de la dieta y la posterior recaída tras reintroducirlo pueden ser atribuidas al llamado efecto placebo, pues en ambos casos la subjetividad de cada paciente es determinante en la percepción de su estado de salud. Para minimizar esta incertidumbre y reducir los errores el Ministerio de Sanidad publicó en 2018 unas recomendaciones que aparecen en el Protocolo para el Diagnóstico Precoz de la Enfermedad Celiaca que aconseja la estrategia doble ciego (consiste en que ni el médico ni el paciente conozcan cuándo se introduce o se elimina el gluten de la dieta). De este modo se podría conseguir una mejor valoración de la reacción clínica del paciente.
Los clínicos recuerdan que la dieta sin gluten no sólo restringe esta proteína, sino todos los demás componentes de los cereales que la contienen (especialmente el trigo), y por eso se sugiere un cambio de nombre y se opta por denominar a esta patología como un síndrome de intolerancia o una sensibilidad al gluten o al trigo no celíaca hasta que se defina exactamente cuál es la verdadera causa.
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