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Estamos en la era digital. Desde que la telefonía móvil irrumpió en nuestras vidas, hemos observado cambios importantes en nuestros hábitos, en nuestras relaciones y, por lo general, en todos los ámbitos de nuestra vida. Estos cambios, tienen sus ventajas, pero como todo, también tienen consecuencias para la salud y el bienestar de las personas.
Se pueden diferenciar estas consecuencias entre aquellas que afectan nuestro comportamiento diario y relaciones personales, y aquellas que tienen un efecto sobre nuestra salud. Como bien sabemos, la tecnología forma parte de nuestro día a día, tanto en el trabajo como en nuestra vida personal, mediante móviles, tablets, ordenadores, televisiones, etc. El contacto constante con los aparatos tecnológicos nos lleva a la hiperconectividad. Estamos conectados a todas horas, con todo el mundo. La gran ventaja es que podemos comunicarnos de forma instantánea, estar al tanto de las novedades del día a día, expandir nuestros conocimientos sobre cualquier tema de interés, entre muchas otras cosas. Sin embargo, por esta misma razón, hemos perdido la capacidad de desconectar, un término muy importante hoy en día. Nos hemos vuelto adictos a estar en continua comunicación, e incluso, nuestro día a día nos lo exige. Por eso es importante hacer un detox digital siempre que se pueda, ya sea un par de horas al día, o varias horas durante el fin de semana. El detox digital consiste en liberarse de los aparatos digitales y desconectar, ya sea leyendo un libro, dando un paseo, practicando deporte, cocinando, pasando tiempo con familiares y amigos, etc.
Más allá de los cambios que han causado los aparatos tecnológicos en el día a día y en las relaciones personales, existen consecuencias que pueden llegar a ser nocivas para la salud y el bienestar. Por una parte, los estímulos de la tecnología hacen que nuestro cerebro funcione de forma más acelerada. La irrupción de las tecnologías, especialmente los teléfonos inteligentes, hace que nuestro cerebro reciba muchos más estímulos de los que puede procesar. Una de las tareas principales del cerebro es borrar la información no imprescindible. Por eso, cuando estamos todo el día conectados, el cerebro empieza a funcionar en modo estrés y ansiedad, lo que produce una disminución en la capacidad de concentración (agravada por la cantidad de estímulos distintos y de interrupciones en cada actividad que intentamos realizar), y también de la capacidad de memorizar. Si el cerebro permanece demasiado tiempo en la parte alta de las frecuencias (beta, alrededor de 30 Hz), puede que nuestro sistema nervioso pierda el equilibrio entre acción-reparación, lo que repercute muy negativamente en la calidad del sueño, la memoria y en general, la salud.
Como la era digital es un fenómeno de los últimos 20 años, todavía se están realizando investigaciones de los efectos que puede tener a largo plazo. Sin embargo, han sido reportados científicamente muchos efectos nocivos de las radiaciones electromagnéticas sobre la salud, siendo considerados factores potencialmente carcinógenos por la OMS. La introducción del 5G nos va a traer muchas más antenas, mucha más potencia y, por tanto, muchos más efectos fisiológicos. Hay que entender que nuestro sistema nervioso “habla” en lenguaje eléctrico. Y que todas las células se comunican entre ellas utilizando también este mismo lenguaje, basado en ritmos (frecuencias). Si estoy rodeado de un entorno que está “gritando” en ese mismo idioma, es normal pensar que la comunicación inter-celular se va a ver afectada. Todavía queda mucho camino para descubrir cómo nos puede llegar a afectar a largo plazo.
Por tanto, mientras las publicaciones sobre los efectos perniciosos son crecientes, debemos hacer lo único posible: ser sensatos en su uso. Plantearnos un uso razonable de las tecnologías, poner distancia entre los aparatos y nuestro cuerpo, apagarlas por la noche, hacer “ayunos” digitales de vez en cuando, y sobre todo, ser muy conscientes de cómo estoy usando las tecnologías y el efecto que eso tiene en mi vida.
En SHA Wellness Clinic puedes visitar nuestra unidad de Salud Energética donde la Dra. Ana María Oliva se centra en encontrar la principal causa de los desequilibrios del cuerpo ( tanto emocionales como físicos), que en muchos casos son causados por un uso excesivo de la tecnología.
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