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El otoño ha entrado pisando fuerte y con él la posibilidad de tratar con mayor efectividad desequilibrios emocionales tales como la depresión. Esta condición se define como el síndrome caracterizado por una tristeza profunda. En la actualidad su prevalencia en España es del 5’2%, con un incremento del 18’4% en diez años. La influencia de la dieta en este factor, o lo que es lo mismo, alimentación y hábitos, parece ser cada vez más reconocida. De hecho, en la actualidad podemos encontrar una nueva rama de la ciencia: la psiquiatría nutricional, la cual relaciona los alimentos, los nutrientes y los estados emocionales con el fin de corregir los desequilibrios o patologías.
Desde el punto de vista de la alimentación energética, la depresión, la tristeza profunda, el deseo o la sensación de aislamiento del entorno, está relacionado con los pulmones y el intestino grueso, órganos asociados al otoño y al elemento Metal, junto con la piel, que puede ser considerada el segundo pulmón.
Resulta bastante curioso observar a personas con depresión. Sus brazos caen sin vida a los lados del cuerpo, y al sentarse pueden dejarlos reposando, sin moverlos, sobre el regazo. Su postura corporal es defensiva, con los hombros caídos hacia adelante, lo que dificulta el correcto funcionamiento de los pulmones. A lo largo de los brazos corren los meridianos de pulmón y del intestino grueso, por lo que en caso de desequilibrio, estos pueden parecer sin fuerza, haciendo que las personas puedan tener dificultad para desarrollar los bíceps o los tríceps.
En caso de sufrir de depresión, es tan importante contar con la ayuda de un buen profesional, experto en la materia, como cambiar los hábitos alimentarios y el estilo de vida. Por un lado la relación con la comida es fundamental, pues se requiere una dieta rica en alimentos que promuevan la producción de serotonina. Ésta es un neurotransmisor que ayuda a regular el sueño y el apetito, así como a mediar los estados de ánimo y disminuir el el dolor. Ya que aproximadamente el 95% es producido en el tracto intestinal, el cual cuenta con unos cien millones de células neuronales, tiene sentido que el funcionamiento interno de su sistema digestivo no sólo ayude a digerir los alimentos, sino también guiar las emociones. Para ello varios estudios avalan la importancia de seguir una alimentación fundamentalmente vegetariana o incluso vegana, excluyendo los lácteos de la dieta, teniendo un consumo moderado de pescado, evitando el atún y el salmón, y eliminando otros productos animales.
Por otro lado y siguiendo el enfoque de la importancia de la salud del microbioma, (la flora intestinal), uno de los alimentos que resulta imprescindible en su prevención y tratamiento son las verduras fermentadas, desde el chucrut hasta el kimchi. Si lo vamos a comprar, en vez de hacerlo en casa, es importante que no contenga azúcar o vinagre y que no esté pasteurizado ya que en este caso, ya no sería un probiótico.
Entre los alimentos que debemos incorporar a nuestra dieta, siendo lo ideal un mínimo de dos ingestas a diario, son las hojas vedes. No nos referimos con esto a la lechuga, sino a las hojas densas y frondosas de la familia de las coles, puesto que son las verduras que podemos encontrar a partir de esta época del año. Una cocción suave, tipo blanqueado o vapor, facilitará su digestión y la pérdida de vitaminas será mínima.
El consumo regular de cereales integrales y particularmente el arroz integral de grano redondo es fundamental para tratar nutricionalmente casi cualquier tipo de desequilibrio emocional. Podemos consumirlo prácticamente a diario, (en SHA lo recomendamos especialmente como cereal para el desayuno). Recuerda que es importante remojarlo un mínimo de cinco horas antes de cocinarlo.
Utiliza hierbas aromáticas y verduras de muchos colores para darle alegría a tus platos. Un wok es una buena opción para tomar esas verduras con una energía que nos ayude a salir del estancamiento en el que nos encontramos.
Los hábitos también son cruciales a la hora de tratar la depresión. La actividad física debe ser incluida en cualquier terapia propuesta. Lo más conveniente sería realizar ejercicio al aire libre, en entornos ricos en oxígeno, como bosques, playas o parques, ya que la oxigenación es una parte importante para prevenir patologías pulmonares. Asimismo, debemos realizar ejercicios que abran la caja torácica y estimulen la respiración, tales como los cardiovasculares.
Un buen tratamiento externo es el de las friegas corporales, que ya explicamos en el post anterior de «Detox Post-Vacional».
En SHA además contamos con varios bares de oxígeno que incrementan la carga en oxígeno por inhalación, muy recomendable si queremos mantener los pulmones al 100%.
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