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Un drenaje linfático funciona como el reseteo que necesitas para recuperar energía y vitalidad. Lo realiza un profesional con buenas manos que, mediante maniobras y movimientos suaves, lentos y armoniosos, favorece la circulación de la linfa, desinflama y reduce la retención de líquidos.
El sistema linfático está muy relacionado con el sistema inmunológico. Eso explica que un drenaje linfático mejore de forma evidente nuestro estado general de salud, y consiga efectos sedantes sobre el sistema nervioso, dejando una agradable sensación de relax y bienestar.
El sistema linfático es similar a un acueducto. Una serie de conductos que recorre todo nuestro organismo de forma paralela al sistema circulatorio. Por estos conductos en lugar de sangre corre linfa, un líquido blanquecino que transporta sustancias de desecho. En nuestro cuerpo hay una constante movilización de líquidos que deben mantenerse en equilibrio para conseguir una correcta nutrición de las células y los tejidos.
La función principal de la linfa es transportar el líquido y las sustancias de desecho hasta el sistema circulatorio para que el organismo los elimine de forma efectiva.
Si el sistema linfático no es capaz de limpiar esas zonas se produce una ralentización del flujo linfático que puede desencadenar en varios problemas, entre ellos celulitis y la retención de líquidos.
Las maniobras del drenaje linfático estimulan el movimiento de la linfa y consiguen una correcta eliminación de todos los desechos depositados en los tejidos. En nuestro cuerpo ese proceso se traduce en una reducción del volumen y del perímetro del abdomen y los muslos, en la eliminación de líquidos y una pérdida de peso corporal. Las zonas más frecuentes sobre las que se aplica son las piernas, los glúteos y el abdomen.
Este masaje puede, además, favorecer el retorno venoso en personas que tengan las piernas cansadas, inflamadas o con varices. Aunque el drenaje linfático es una terapia con grandes beneficios probados, su eficacia se potencia si se sigue una rutina de hábitos de vida saludable, por ejemplo: caminar 30 minutos diarios, no usar ropa ajustada y llevar una dieta rica en frutas y verduras.
El drenaje linfático debe aplicarlo un profesional con formación específica en este tipo de terapia que consiste en realizar movimientos con el ritmo yla presión exactas para evitar la ruptura de los vasos linfáticos y conseguir estimular y facilitar el paso de la linfa por el sistema circulatorio. Un profesional cualificado sabe utilizar correctamente las técnicas y aplicar las maniobras que pueden incluir movimientos circulares con los dedos, círculos con el pulgar, y movimientos de bombeo.
Suelen necesitarse varias sesiones de drenaje linfático para obtener los resultados deseados, y se recomienda que la terapia se combine con una dieta equilibrada y la práctica diaria de ejercicio físico moderado.
El drenaje linfático puede usarse como complemento de terapias clínicas para tratar edemas traumáticos o complicaciones linfáticas tras una cirugía, y también en rehabilitación y medicina deportiva para reducir el dolor en afecciones musculoesqueléticas que cursan con inflamación.
Entre sus principales beneficios están reducir la hinchazón y la retención de líquidos. Es útil para combatir la celulitis, pues al promover la eliminación de los líquidos se mejora el aspecto de la piel de naranja. También mejorar la circulación sanguínea, pues esta terapia estimula la microcirculación y reduce la sensación de piernas pesadas y la aparición de arañas vasculares. Por último, se eliminan toxinas y se oxigenan los tejidos.
La mejora de a autoestima es otra de las ganancias que el paciente nota tras someterse a varias sesiones de esta terapia. Al reducir la retención de líquidos el cuerpo se moldea, recupera su perímetro y ganamos confianza. Nos gustamos mucho más que antes de haber pasado por las manos del fisioterapeuta.
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