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La menopausia y las hormonas: ¿Qué tratamientos hay para los síntomas de la menopausia?

SHA Wellness Clinic
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27 de julio de 2023

“Tengo tanto calor… Creo que acabo de tener mi primer sofoco”, dijo la actriz Drew Barrymore en directo mientras se quitaba la americana. Lo hizo entre risas en su programa de televisión mientras entrevistaba a Jennifer Aniston y a Adam Sandler en un gesto para ayudar a normalizar la menopausia. Cuando se le pasó Jennifer Aniston se brindó a ayudarla a ponerse otra vez la chaqueta y a colocarse el micro.  “Oh me siento tan honrada”, dijo Barrymore. Había documentado para el mundo su primer sofoco. Una circunstancia natural que durante siglos las mujeres han ocultado porque conlleva estigma y vergüenza, y se asocia al envejecimiento y a la pérdida de la belleza y la energía.

Oficialmente una mujer entra en la menopausia cuando lleva doce meses sin tener el periodo menstrual. Por el camino van pasando cosas: variaciones en el flujo menstrual, sofocos, cambios hormonales, oscilaciones de peso, sensación de agotamiento, cambios de humor. Todo es natural, pero durante muchos años las mujeres han soportado los síntomas en silencio, por eso el gesto de Drew Barrymore tiene tanto valor para millones de mujeres.

El sofoco es una ola de calor que empieza en los brazos, la parte superior del pecho, el cuello y la cabeza. El cuerpo está caliente al tacto (de hecho, el mismo Adam Sandler tomó la mano de Drew durante el sofoco y pudo comprobar lo caliente que estaba). Pueden vivirlos entre un 50% y un 75% de las mujeres en algún momento de todo el proceso menopáusico y, para algunas mujeres, serán suaves y poco molestos, y para otras un verdadero calvario.

Aunque no se sabe muy bien por qué ocurren, parece que los sofocos están relacionados con la percepción del sobre la temperatura exterior. Dos hormonas producidas por los ovarios, el estradiol y la progesterona, pueden tener algo de responsabilidad porque tienen funciones importantes en el cerebro y podrían explicar esta hiperreacción ante pequeños cambios de temperatura.

Porque la menopausia genera una revolución hormonal. Se produce cada vez menos estrógeno y progesterona y sube la producción de andrógenos. Esto tiene consecuencias, algunas mujeres las sufren con levedad y para otras es un calvario. Cuenta la nutricionista Marta Marcé en su libro Disfruta tu menopausia (Alienta Editorial, 2023) que es habitual notar un aumento de peso sin haber cambiado la alimentación ni la actividad física. “Así como durante nuestra etapa fértil -debido a los estrógenos -, la mujer tiende a acumular más grasa en la zona de las caderas, con la composición corporal en forma de pera, en la menopausia es más fácil que se concentre en la zona del abdomen, adoptando la típica forma de manzana. Este es un perfil de acumulación de grasas más común en los hombres, debido en parte al cambio hormonal, donde el estrógeno pierde influencia y dominan otras hormonas como los andrógenos, más de tipo masculino”.

“El descenso de las hormonas se nota porque estamos más nerviosos, el pelo y la piel tienen un aspecto más frágil. El colesterol empieza a subir y se empieza a concentrar grasa donde antes no se acumulaba. En los hombres baja la libido, en las mujeres hay sequedad vaginal y falta de deseo sexual”, resume el Dr. Rafael Navas, experto en Salud Integrativa y Hormonal de SHA Wellness Clinic.

Los estrógenos son la hormona protagonista de la etapa fértil de las mujeres y actúa en un sinfín de órganos y tejidos que van a cambiar cuando se reduzca su producción. Por ejemplo, en el hipotálamo y la hipófisis los estrógenos actúan como señalizadores de energía. Si tenemos niveles elevados de estrógenos nuestro metabolismo está más activo, tenemos más energía. El descenso de estrógenos manda un mensaje claro a las glándulas centrales: la energía no abunda así que el metabolismo debe ralentizarse. Con un metabolismo más lento no se van a conseguir los mismos resultados con las dietas o las rutinas de ejercicios habituales. Aumentar de peso y no encontrar una solución es una de las experiencias más frustrantes de las mujeres en esta etapa.

La piel y las mucosas son dos de las grandes sufridoras del cambio hormonal. El descenso de los estrógenos y la progesterona impacta en la fibra elástica y en el colágeno. La piel se afina y se seca, brilla menos. Todo está más tirante: los ojos, la boca, la vagina, y se explica por la falta de lubricación. Los huesos se hacen más frágiles y se eleva el riesgo cardiovascular pues los estrógenos protegen al corazón durante la etapa fértil.

¿Pero es posible transitar de un modo más leve por la menopausia? ¿Existen tratamientos seguros y disponibles para minimizar estos síntomas?

“Las hormonas juegan un papel muy importante para equilibrar el organismo, el sistema nervioso, la mente, la piel, la salud cardiometabólica y también la salud sexual”, explica el Dr.Navas que recuerda que a partir de los 35 o 40 años todas las hormonas empiezan a descender tanto en hombres como en mujeres.

La terapia hormonal sustitutiva es uno de ellos. Después de haber sido cuestionada por su impacto en el riesgo de cáncer de mama en la década de los 80, vuelve con las hormonas bioidénticas, más seguras, con la promesa de paliar algunos síntomas de la menopausia. “La síntesis de las hormonas bioidénticas se produce a través de vegetales y plantas, su formula es análoga a la de las hormonas humanas, no son estrógenos equinos como sucedía en los años 80, y además se evita el paso hepático porque no la damos por vía oral, sino que lo hacemos a través de la piel”, explica el doctor.

Antes de decidir una terapia hormonal sustitutiva se deben hacer test genéticos analíticas, comprobar el estado inflamatorio de bajo grado y la salud digestiva y equilibrar el organismo. “Cuando nos aseguremos de que está todo bien indicaremos las hormonas bioidénticas en formulación de crema una vez al día, una aplicación tópica en un sitio donde no haya vello o, también a través de pellets. Los efectos empezarán a notarse a partir del primer mes”, confirma Navas, que recuerda que la salud hormonal debe abordarse de manera integral “para tratar de optimizar los parámetros analíticos de un paciente y conseguir la mejor base posible para aplicar un tratamiento”.

 

 

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