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SHA Magazine Salud y belleza
La melatonina ha invadido nuestras mesillas de noche. La hormona de la oscuridad, como la ha bautizado la periodista noruega Sigri Sandberg en su ensayo Oda a la oscuridad (Capitán Swing, 2022), se segrega en la glándula pineal cuando el cerebro deja de recibir la señal de la luz natural. Vive su momento de gloria entre las tres y las cuatro de la mañana y su producción disminuye con la edad. Alguien dijo que dormir era el nuevo sexo. Dormir bien se ha convertido en un objeto de deseo. Quizás por eso la melatonina en cápsulas, gominolas o gotas ha empezado a formar parte de nuestra vida.
Entre sus funciones está prepararnos para dormir dilatando los vasos sanguíneos y reduciendo la temperatura corporal. También es un antioxidante muy potente. La segregación de melatonina se ve alterada por la abundancia de luz artificial. Lo que hacemos cuando tomamos una píldora o una gominola de melatonina es suplementar una función de nuestro cuerpo que está alterada por una vida excesivamente iluminada, donde hay pocas diferencias entre el día y la noche, una circunstancia que perturba la segregación de esta hormona que se rige por los ritmos circadianos.
“La melatonina, además de regular los ritmos circadianos, actúa como un poderoso antioxidante en el cuerpo, pues tiene la capacidad de combatir los radicales libres y reducir el estrés oxidativo. Esto ayuda a proteger las células y los tejidos de los daños causados por la oxidación y puede estar relacionado con la longevidad y la salud”, explica la doctora Mariel Silva, experta en Medicina Integrativa y Antienvejecimiento de SHA Wellness Clinic, y añade: “se ha demostrado que la melatonina está involucrada en la modulación del sistema inmunológico y se estudia su efecto beneficioso en las enfermedades autoinmunes.”
La melatonina ya lleva años en España; en 2007 se autorizó el primer fármaco para dormir cuyo principio activo era la melatonina, en dosis de 2 miligramos (mg) por pastilla. Además, se autorizó la comercialización de suplementos alimenticios con esta hormona siempre que las dosis no superaran los 1,9 mg. Desde entonces, el consumo se ha disparado, con un pico exuberante durante la pandemia, cuando los farmacéuticos recuerdan haber vendido hasta 30 cajas en un día. Un estudio publicado en JAMA en 2018 asegura que en Estados Unidos se estaba consumiendo más del doble de melatonina que en la década anterior.
Esas píldoras que tomamos son “melatonina exógena”. Así la llaman los expertos para diferenciarla de que la segregamos o deberíamos segregar sin ayuda. Hay tantos tipos de melatonina en el mercado como insomnes en el mundo. Esa diversidad explica las experiencias tan variadas que tienen los consumidores habituales de este suplemento. Las que se comercializan suelen diferenciarse por dosis y modos de liberación.
La doctora Silva explica que hay una gran variabilidad en el modo en que esa melatonina exógena puede afectar a los que la toman. “En primer lugar la producción natural de melatonina varía de una persona a otra y disminuye con la edad. Esto puede influir en la cantidad de melatonina disponible para regular el sueño y otros procesos biológicos. Por otra parte, la respuesta de un individuo a la melatonina puede estar influenciada por factores genéticos. Factores del estilo de vida como la exposición a la luz artificial por la noche, el horario de sueño, la dieta y el estrés también pueden impactar en cómo la melatonina interactúa con el sistema circadiano de una persona.
El doctor Vicente Mera, responsable de la Unidad de Medicina Interna y Well-ageing de SHA Wellness Clinic señala que los efectos de la melatonina sobre el sueño presentan una gran variabilidad interpersonal. “No solo en cuanto a la capacidad de inducir y mantener el sueño, sino en los efectos indeseables sobre la ensoñación. La presencia de sueños vívidos más que verdaderas pesadillas es uno de los efectos indeseables que aparecen en personas que toman dosis muy altas, superiores a 5 mg”.
¿Cuál es, entonces, la mejor manera, entonces de consumir la melatonina? La doctora Silva señala que esto puede variar según el propósito y las necesidades individuales. “Para mejorar la calidad del sueño, especialmente en casos de insomnio, se recomiendan dosis bajas, generalmente alrededor de 0,5 mg a 1 mg, tomadas aproximadamente 30 minutos antes de acostarse. En adultos jóvenes, se ha observado que dosis de 5 mg pueden aumentar significativamente la propensión al sueño y la duración de la fase REM, lo que sugiere mejoras en la calidad del sueño. Si se trata de personas de edad avanzada con insomnio, la administración de melatonina en forma de comprimidos de liberación sostenida (1 mg o 2 mg por día) durante tres semanas ha demostrado mejorar tanto la calidad como la duración del sueño.
“Cuando la melatonina se utiliza como antioxidante las dosis puede variar entre 3mg y 10 mg. También cambia el momento de la ingesta, pero a menudo se toma antes de acostarse para aprovechar su capacidad antioxidante durante la noche, cuando el cuerpo está más expuesto al estrés oxidativo”, añade la doctora Silva que recomienda que siempre se consulte a un profesional de la salud antes de comenzar la suplementación de melatonina, especialmente si hay enfermedades preexistentes o se están tomando otros medicamentos.
La melatonina no deja de dar sorpresas agradables. Los avances científicos más recientes indican que existen indicios de su potencial impacto en la salud cardiovascular. Investigaciones en curso sugieren que podría tener efectos beneficiosos en la regulación de la presión arterial y en la función endotelial, lo que podría hacer su uso relevante para la prevención de enfermedades cardiovasculares.
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