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SHA Magazine Bienestar y descanso
La Navidad es, sin duda, una de las festividades más cargadas de emociones y simbolismos. Como expresó el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, en 1930: “La Navidad no es una época ni una estación, sino un estado de ánimo”.
Es un tiempo para estar en familia, pero también puede ser un recordatorio doloroso de quienes ya no están. Si alguien falta, esa ausencia se siente de manera profunda y dolorosa. Por otro lado, cuando alguien sobra —como esos parientes que no se llevan bien pero se ven obligados a reunirse por presión familiar—, las cenas navideñas pueden convertirse en auténticas bombas de relojería.
Muchas personas se deprimen durante esta época, evitan las reuniones o temen la llegada del momento en el que tendrán que fingir felicidad simplemente porque es Navidad. De hecho, se sabe que esta temporada festiva puede intensificar el sufrimiento y agravar problemas de salud mental. Cada anuncio, imagen o canción que evoca a familias sonrientes y amigos unidos puede aumentar la sensación de soledad en muchos, lo que tiene un impacto significativo en la salud mental. Según la literatura científica, el número de suicidios aumenta hasta en un 40% justo después de las fiestas.
En España, el Observatorio de la Navidad reporta que al 33% de los españoles no les gustan estas festividades. Además, un 27% asegura que les agradan poco, mientras que un 6% las rechaza por completo.
De acuerdo con la Asociación de Psicología Americana, casi nueve de cada diez adultos experimentan preocupación y estrés durante esta época, motivados por la falta de dinero, la ausencia de seres queridos y la anticipación de conflictos familiares. Según este estudio, el estrés es un mal común durante la temporada navideña. En la muestra, el 43% de los encuestados afirmó que el estrés interfiere en su capacidad para disfrutar de las fiestas, y un 36% describió las vacaciones como una competición. Las altas expectativas sobre lo que «deberíamos» hacer en Navidad y lo que realmente podemos lograr generan un profundo malestar.
Durante las semanas festivas, los niveles de estrés tienden a aumentar debido a una mayor cantidad de compromisos, estímulos visuales y auditivos, aglomeraciones, interacciones sociales, prisas, gastos, reflexiones sobre el fin de año y recuerdos melancólicos.
El llamado Síndrome del Villancico describe el estrés provocado por el exceso de consumismo, la obligación de mostrarse feliz, el reencuentro con personas con las que no tenemos buena relación, las expectativas elevadas sobre los preparativos y la presión social de que todo debe ser perfecto, incluida nuestra propia imagen.
Por otro lado, el Síndrome de la silla vacía se refiere a la tristeza que nos invade cuando sentimos la ausencia de un ser querido. Este fenómeno es común entre quienes tienen familiares hospitalizados, están atravesando un proceso de duelo, son inmigrantes lejos de sus hogares o se encuentran privados de libertad.
Sin embargo, para quienes cuentan con vínculos familiares sólidos, la Navidad puede convertirse en un bálsamo emocional. Actividades como cantar en familia pueden ser especialmente beneficiosas. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan encontró que el canto en grupo disminuye los niveles de estrés y aumenta la oxitocina en la sangre, lo que contribuye al bienestar físico y emocional.
Además, regalar también tiene un impacto positivo en nuestra felicidad. Según un estudio de la Universidad de British Columbia, pensar en los demás y tener gestos detallistas potencia nuestro bienestar. El acto de regalar nos permite centrarnos en la otra persona, reflexionar sobre lo que sentimos hacia ella y valorar su importancia en nuestra vida.
Uno de los mejores consejos para proteger nuestra salud mental en esta época es reducir las expectativas. No busques la perfección; sé flexible. Además, evita tratar de estar en todas partes. Las redes sociales suelen mostrar fiestas y eventos que pueden hacerte sentir que estás perdiéndote algo mejor. Este fenómeno, conocido como FOMO (Fear of Missing Out), es un gran generador de ansiedad.
Abraza las tradiciones en lugar de resistirte a ellas. Al final, estas son una oportunidad para conectar con quienes están presentes y recordar con cariño a quienes ya no están.
¡No te impongas la felicidad constante! Acepta que la Navidad no será perfecta, pero es única y personal. Disfrútala a tu manera y según tus posibilidades. Reconoce que las fiestas son una montaña rusa emocional, y recuerda que, como todo, pasarán.
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