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Las mitocondrias: factor clave para la longevidad

SHA Wellness Clinic
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17 de julio de 2024

Estos orgánulos celulares se encargan de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular. Solo son visibles a través de un microscopio, pero son las centrales energéticas de la célula.

La principal función de las mitocondrias es transformar las moléculas de alimento en energía, que después las células utilizarán para realizar múltiples funciones. Todas las células del organismo, excepto los glóbulos rojos, tienen mitocondrias en su interior, aunque es en las células de los músculos y del sistema nervioso donde hay mayores concentraciones, precisamente porque requieren más energía.

Las mitocondrias son las encargadas de producir ATP (adenosintrifosfato) a través de un proceso llamado respiración celular durante el cual los nutrientes que ingerimos y absorbemos se combinan con el O2 que respiramos para convertirlos en CO2 y H2O produciendo ATP por el camino.

Varios estudios, entre ellos uno realizado por científicos del Instituto de Investigación Biomédica, IRB Barcelona, vinculan el mal funcionamiento de las mitocondrias con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas y relacionadas con el envejecimiento, como la obesidad, la diabetes de tipo 2, las patologías vasculares, el Alzheimer y el Parkinson. Por ejemplo, se sabe que los enfermos de diabetes tipo 2 tienen niveles alterados de la proteína de fusión mitocondrial MF2, y que las células de tejido muscular en obesos presentan un número y un tamaño reducido de mitocondrias. La disfunción mitocondrial también está en la base del síndrome metabólico, del cáncer, de la enfermedad cardiovascular, enfermedades autoinmunes, la sarcopenia, la fatiga, la inflamación y los problemas de inmunidad.

“La salud de las mitocondrias es un magnífico biomarcador que debe estar equilibrado para evitar el envejecimiento, explica el Dr. Vicente Mera, responsable de la unidad de Well-ageing de SHA. “Existen terapias para mejorar el estado de la mitocondria, como el suero de NAD o el ácido glicólico, que en dosis controladas, funciona como un activador de la mitocondria.”

La doctora Mariel Silva, también de la unidad de Well-ageing de SHA, opina que la relación entre las mitocondrias y la longevidad es significativa, pues estas estructuras celulares son responsables de la producción de energía en nuestras células. “Se cree que un deterioro en la función mitocondrial puede contribuir al envejecimiento celular y al desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad”, confirma.

Algunos malos hábitos pueden afectar el buen funcionamiento de las mitocondrias, incluyendo una mala alimentación, el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados, una dieta rica en grasas saturadas y azúcares refinados, la falta de ejercicio físico, o la exposición a toxinas como el humo del cigarrillo y el estrés crónico.

Para preservar la salud mitocondrial, es importante adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada rica en antioxidantes y nutrientes esenciales, realizar ejercicio regular, evitar el estrés crónico, un sueño de calidad, limitar la exposición a toxinas ambientales y mantener un peso corporal saludable”, indica la experta.

Una de las teorías más novedosas sobre las mitocondrias las relaciona con la salud mental. “Una mitocondria deteriorada puede tener un impacto negativo en la salud mental, pues desempeñan un papel crucial en el metabolismo energético del cerebro y en la producción de neurotransmisores. Se ha sugerido que el deterioro de la función mitocondrial puede estar involucrado en el desarrollo de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y la enfermedad de Alzheimer”, explica la doctora Silva.

El estrés crónico también puede causar un importante deterioro de las mitocondrias, pues desencadena una respuesta fisiológica en el cuerpo que incluye la liberación de hormonas del estrés como el cortisol y la activación de vías inflamatorias, lo que puede afectar negativamente la función mitocondrial y contribuir al envejecimiento celular.

En SHA recomendamos adoptar un enfoque integral para cuidar la salud mitocondrial, que incluye una dieta saludable y equilibrada rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, la práctica regular de ejercicio físico y estrategias para reducir el estrés con técnicas como la meditación, el yoga entre muchas otras. Además, se vigila el consumo de sustancias tóxicas como el tabaco y el alcohol, y se ofrecen tratamientos y terapias específicas diseñadas para mejorar la función mitocondrial y promover un envejecimiento saludable”, expone la Dra. Silva.

Reequilibrar el NAD (Nicotinamida Adenina Dinucleótido) es una de las estrategias más adecuadas para mejorar la salud mitocondrial. “El NAD es un magnífico biomarcador que debe estar equilibrado para mantener en buen estado la mitocondria y evitar el envejecimiento. Existen suplementos para mejorar el estado de la mitocondria, además del NAD, está el ácido glicólico que en dosis controladas actúa como activador de la mitocondria”, explica el Dr. Vicente Mera.

El NAD es una coenzima presente en casi todas las células del organismo. La reposición de sus niveles por vía intravenosa mejora la salud cardiometabólica, además reduce la inflamación crónica y el deterioro tanto inmunológico como cognitivo.

Otro de los biomarcadores para medir la salud mitocondrial es el glutatión. Su producción puede generarse de dos maneras:

  1. A través de la presencia de un aminoácido llamado cisteína, que ha demostrado elevar los niveles de glutatión. La cisteína es la que suele encontrase en sus concentraciones más bajas del trío requerido para producir glutatión. Básicamente, cuando aparece, la producción puede por fin comenzar. Por eso suplementar con cisteína —o sus precursores— puede ser beneficioso.
  2. Mediante la activación de los genes responsables de su producción. Estos genes son parte de la maquinaria de desintoxicación de nuestro cuerpo.

El doctor Mera señala además que ese compuesto está determinado genéticamente. “Mucha gente produce un mal glutatión por mala genética. Es muy común que haya personas que no lo tengan, y en ese caso carecen de la herramienta que reduce la oxidación celular.”

Conforme envejecemos, nuestro cuerpo ya no produce tanto glutatión y los niveles de esta proteína en los tejidos disminuyen. Esto hace que sea más difícil para las células lidiar con los oxidantes y las toxinas. Para mantener niveles saludables de este importante antioxidante habría que aumentar la capacidad del ácido alfa lipoico y de otros nutrientes para desencadenar la producción de glutatión y aumentar así sus niveles.

Asimismo, darle al cuerpo suficiente cisteína es clave, de manera que la ausencia del aminoácido no reduzca la velocidad de la producción. Estas dos soluciones—especialmente si se ejecutan de manera conjunta—son las más viables para mantener los niveles saludables de glutatión.

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