Los aspectos físicos, emocionales y psicológicos de una sexualidad sana

Tener una sexualidad sana es un privilegio y un derecho por el que hay que luchar a lo largo de la vida. Una relación sexual sana implica un acto de conexión, intimidad y creatividad entre los amantes que desean compartir una experiencia conjunta.

La sexualidad humana es una trama compleja donde interactúan multitud de variables médicas, psicológicas, físicas, emocionales, culturales y sociales. Es por ello habitual que, a lo largo de la vida sexual, como en otras áreas de nuestra existencia, atravesemos cambios naturales, tengamos periodos de más y menos actividad sexual, y en ocasiones dificultades, bloqueos, atascos. Como la sociedad nos bombardea con mensajes sexuales, los problemas de la función sexual desencadenan sentimientos de frustración, vergüenza, rabia y tristeza.

La salud sexual cambia con la edad, pero con un enfoque médico global esos cambios se pueden ir adaptando de un modo realista para mejorar la satisfacción y la plenitud vital, de manera que el bienestar sexual acompañe a las personas a lo largo de su vida.

“La salud sexual está muy relacionada con el estado general de salud, concretamente con la salud cardiovascular, y es un elemento necesario del equilibrio vital que debe acompañarnos a lo largo de la vida”, explica el Dr. Rafael Navas, experto en salud integrativa y hormonal de SHA Wellnes Clinic. Es por esa razón que en la unidad de Salud Sexual de SHA se empieza por el principio. Es decir, con una valoración física, emocional y psicológica que servirá para evaluar al paciente y definir su posterior derivación al resto de las disciplinas. El propósito es que el tratamiento del bienestar sexual se integre en el resto de sus objetivos de salud.

No es fácil hablar de sexo en una consulta médica. Se calcula que sólo una de cada tres personas con disfunciones sexuales busca ayuda profesional. Por citar algunos ejemplos; se estima que el bajo deseo sexual puede afectar al 34% de las mujeres y a un 16% de los hombres. La disfunción eréctil, a entre un 36% y un 53% de los hombres que acuden a las clínicas especializadas. La incidencia del trastorno orgásmico femenino puede variar entre el 5% y un 20% de la población general. Y, por último, la eyaculación precoz podría afectar a entre un 36% y a un 38% de la población general.

En la unidad de Salud Sexual de SHA Wellness Clinic la encargada de introducir el tema, ponerle nombre y explorar los aspectos psicológicos que puedan estar interfiriendo en la vida sexual de un paciente es la Dra. Cinthya Molina, encargada de acompañar al paciente y derivarlo a las especialidades médicas que más le puedan ayudar a superar sus problemas.

Con el aumento de la esperanza de vida crecen también las expectativas sexuales. “Si se llega con mucha calidad a los 80 años, ¿qué sentido tiene renunciar a la actividad sexual a los 60? ¿Se van a vivir 20 años sin sexo?”, se pregunta la Dra. Molina que ha comprobado que cuando a las personas se les da una solución se muestran muy interesados en recuperar su vida sexual.

Los servicios de la nueva unidad de SHA buscarán el reequilibrio para, desde un organismo sano, restaurar el deseo, la función y la satisfacción sexual. La nueva unidad es un servicio integral que enfoca todas las aristas que puedan estar entorpeciendo el bienestar sexual, desde la fisiológica y hormonal hasta la emocional y psicológica. Una mirada global cuyo último objetivo es lograr una vida sexual plena y satisfactoria en un cuerpo sano.

Debido a los aspectos fisiológicos que suelen afectar a una sexualidad sana en la unidad de Salud Sexual de SHA se aborda el bienestar sexual con un enfoque multidisciplinar que comprende, entre otras disciplinas, la Medicina Regenerativa, la Dermoestética, la Ginecología, la Urología, la Fisioterapia y la Psicología.

La sexualidad sana significa una vida plena. Cultivar relaciones positivas y satisfactorias. Ser sexualmente saludable significa poder disfrutar del cuerpo, y eso significa cuidar de uno mismo y de la pareja a lo largo de toda la vida. También supone aprender sobre el funcionamiento del cuerpo, explorarlo y permitir que se exprese sexualmente. Por último, implica tener libertad y confianza para hablar sobre salud sexual con tu pareja y también con el médico.