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SHA Magazine Fitness
Practicar cualquier tipo de disciplina deportiva de manera habitual es siempre una actividad muy recomendable porque el ejercicio aporta una gran cantidad de beneficios para la salud física, mental, emocional y espiritual. Pero la mayoría de los entrenamientos se centran en conseguir un objetivo concreto: ganar músculo, perder peso o aumentar la fuerza o la resistencia.
El entrenamiento funcional no pertenece a esta categoría porque, como nos cuenta Francisco Payán, supervisor de Fitness de SHA Wellness Clinic, “no se focaliza en un grupo muscular específico, sino que trabaja el cuerpo en su totalidad. A diferencia del entrenamiento tradicional, que se basa en gestos que casi nunca hacemos en la vida cotidiana y que suele dividirse por zonas (un día, pectorales, y, al siguiente, el tren inferior), el entrenamiento funcional se inspira en movimientos habituales que realizamos de forma natural en nuestro día a día, como sentarse, agacharse, subir escaleras o cargar con las bolsas de la compra”.
El entrenamiento funcional es un ejercicio de intensidad media que se puede adaptar a cualquier edad y condición física. De ahí que sea la opción perfecta para aquellas personas que no buscan una meta determinada, como, por ejemplo, adelgazar, sino simplemente sentirse bien y estar saludables. Otra de sus ventajas es que puede practicarse tanto en el gimnasio como al aire libre e incluir elementos y aparatos, como un bosu, una fitball o un minitrampolín, para hacer la sesión más amena y divertida.
De entre sus múltiples beneficios, Francisco destaca que “proporciona un mayor rango de flexibilidad articular, mejora la postura corporal y las habilidades motrices, aporta agilidad, coordinación y equilibrio y disminuye la probabilidad de sufrir lesiones. Y, por supuesto, y como cualquier otra práctica deportiva, acelera el metabolismo y la pérdida de peso, tonifica los músculos, alivia el estrés y favorece un descanso reparador. Como yo siempre digo, el ejercicio es la mejor medicina”.
Los cuatro ejercicios funcionales más comunes son:
–Sentadillas: separa las piernas a la altura de los hombros y agáchate lo máximo posible, flexionando las piernas y manteniendo la espalda recta, y vuelve a subir.
–Flexiones: tumbado bocabajo en el suelo, coloca las manos a la altura de los hombros y separa los dedos para tener un mejor apoyo. Pon el cuerpo recto y desciende lentamente, flexionando los codos hacia atrás y hacia afuera. Vuelve a subir, extendiendo los codos.
–Dominadas: cuélgate de una barra con las manos ligeramente más abiertas que la anchura de los hombros e intenta elevar tu peso corporal hasta que la barbilla supere la barra, manteniendo los codos pegados al torso. Después, baja el cuerpo lentamente.
–Saltos: salta a la comba o sube y baja escalones saltando con las dos piernas a la vez.
Un último consejo de Francisco: “para que el entrenamiento funcional sea eficaz, la sesión debe durar entre 30 minutos y una hora, incluyendo el calentamiento previo y el estiramiento final. Si se hace un circuito de unos cinco o seis ejercicios, recomiendo terminar con una actividad de cardio para completar la rutina”.
Para saber más sobre el Rendimiento Físico en el Método SHA, Pincha aquí
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