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La reserva cognitiva de un líder es su mayor patrimonio. Su capacidad de anticiparse, de trazar estrategias a largo plazo y de tomar decisiones complicadas con poca información son tres atributos que marcan el liderazgo y el futuro de una organización. Todo esto requiere un cerebro bien entrenado, ágil y descansado.
Pero incluso los directivos más perspicaces en sus días más inspirados pueden cometer errores o dejarse llevar por impulsos que cambien la orientación de sus resultados. Aquí resumimos algunos obstáculos que pueden encontrar los líderes en su carrera por la optimización de sus funciones cognitivas y el máximo rendimiento
La multitarea: Nació como una gran promesa de eficiencia y velocidad, pero a estas alturas ya hay dudas razonables de si ser multitasking es una fortaleza o un problema para el sistema nervioso. Varios estudios han demostrado que la multitarea aumenta el riesgo de cometer errores y, además, el continuo cambio de foco agota mentalmente y entorpece las funciones cognitivas, pues produce una sensación de tareas superpuestas que nunca se cierran. De ahí que muchos neurocientíficos recomienden volver a las prácticas clásicas de acabar una cosa antes de empezar otra, y evitar así los estados de fatiga mental que producen pérdida de motivación y elevan los niveles de estrés.
El perfeccionismo: Lo perfecto es enemigo de lo posible. Hay que ser realista y flexible para adaptarse a las realidades cambiantes que caracterizan al mundo moderno. Los altos niveles de autoexigencia pueden entorpecer el avance de los proyectos, agotar al equipo y dejar al líder sin margen de maniobra. Un proyecto paralizado es desmoralizante para todos. Es mejor definir una estrategia realista, donde se establezcan los objetivos generales y específicos y cuyo cumplimiento sea flexible y se adapte a la realidad.
Las largas jornadas laborales con altas cargas de estrés. Los horarios interminables, querer trabajar al ritmo de todos los equipos globales, estén donde estén, sin respetar las horas de descanso y sueño es una estrategia de corto recorrido que lastrará el rendimiento de los líderes y de los equipos. Todos acabarán agotados, en un estado de fatiga mental crónica que pone al sistema nervioso contra las cuerdas. La fatiga mental puede aparecer como irritabilidad y mal humor, o como ansiedad y depresión, con dolores de cabeza o con insomnio, con inapetencia o, todo lo contrario, con ansiedad por la comida. A un cerebro cansado le cuesta concentrarse y prestar atención. Es el tiro de gracia para la productividad y el rendimiento.
La soledad. Mucho se ha hablado de la soledad del líder. De la ausencia de soft skills y de inteligencia emocional para cohesionar un equipo que le acompañe por lealtad y no por miedo. Un equipo que sea su conexión con la realidad y lo mantenga al tanto de lo que sucede en la empresa. Un líder sin equipo es un cadáver. La soledad también se relaciona con la ansiedad y la depresión y con el descuido de la vida personal y la imposibilidad de construir una vida equilibrada en la que tenga un peso similar la vida profesional y la personal.
Descuidar la alimentación y el sueño. No dormir las horas suficientes, no hidratarse o no llevar una dieta nutritiva y equilibrada tienen un impacto importante en la salud mental, y por tanto en el rendimiento cognitivo. Un estudio reciente ha demostrado que una cantidad elevada de azúcar en la dieta puede tener efectos negativos en la función cognitiva y aumentar las conductas adictivas y los cambios de humor. Justo cuando uno está muy cansado debe esforzarse por mantener los hábitos saludables que ha conseguido establecer en su vida para volver cuanto antes al estado óptimo de rendimiento
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