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SHA Magazine Salud y belleza
En el tracto gastrointestinal humano conviven billones de bacterias, hongos, levaduras y otros microorganismos que realizan una cantidad ingente de funciones beneficiosas para la salud, desde metabólicas e inmunitarias hasta neuronales y protectoras. Pero cuando en el delicado ecosistema formado por la microbiota intestinal se produce un desequilibrio, el correcto funcionamiento de todo el organismo se ve afectado. La razón es que la microbiota interacciona de manera bidireccional con la mayoría de órganos y sistemas del cuerpo.
Para estar seguros cuanto antes de si se está sufriendo o no una disbiosis intestinal, y poder comenzar con el tratamiento más adecuado, es fundamental conocer y saber reconocer los síntomas asociados a ella. Como nos cuenta Ana Mayor, médico internista y experta en Salud Digestiva de SHA Wellness Clinic, “caracterizar la disbiosis no es una tarea fácil. De hecho, la intestinal suele tardar mucho tiempo en diagnosticarse porque se manifiesta de maneras diferentes. Además, dependiendo del tipo de disbiosis, puede haber una mayor prevalencia de unos síntomas respecto a otros”.
Las digestiones pesadas o los dolores de cabeza son señales habituales de la disbiosis intestinal, pero su sintomatología es muy variada. La doctora Mayor nos explica los síntomas más comunes: “hinchazón y distención abdominal, flatulencias, alteraciones del hábito intestinal (desde la diarrea al estreñimiento), dolor abdominal tipo cólico, lengua blanca, intolerancias alimentarias e infecciones de repetición, tanto urinarias como vaginales. Además, la disbiosis intestinal puede estar en el trasfondo de otras patologías, como ciertas enfermedades autoinmunitarias y cardiovasculares, la obesidad, el asma, la endometriosis, la candidiasis, la bronquitis de repetición, los trastornos del espectro autista, determinados problemas de fertilidad e incluso el párkinson”.
En SHA sabemos que el mejor tratamiento para la disbiosis intestinal es la prevención. Por eso, Ana nos recomienda unas pautas básicas para evitar el desequilibrio y mantener una microbiota sana: “incrementa el consumo de frutas, verduras, legumbres y hortalizas frescas, toma diariamente productos ricos en prebióticos y elimina de la dieta los alimentos ultraprocesados y ricos en azúcares, los tóxicos y los fármacos que no sean estrictamente necesarios. Además, también es muy beneficioso tener una buena higiene del sueño, aprender a gestionar el estrés y las emociones y practicar ejercicio físico regularmente”.
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