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SHA Magazine Nutrición saludable
El gluten es la proteína del trigo y es de origen natural. Sin embargo, es uno de los nutrientes que ha alcanzado peor fama en las últimas décadas. Más allá de la celiaquía –la enfermedad caracterizada porque los intestinos no pueden procesar el gluten–, se han generado diferentes grados de sensibilidad a este alimento.
Una de las teorías que lo explica es que hay mucho gluten oculto en alimentos que ni siquiera sospechamos, y eso provoca un consumo demasiado alto de esa proteína, que podría explicar el aumento de las intolerancias.
“Hay que quitar el miedo al gluten. Hay gente que no lo debe tomar porque es celíaca o tiene una sensibilidad, pero a mucha otra gente le sienta bien”, opina María Romeralo, consultora nutricional de SHA Wellness Clinic, y añade: “luego hay gente que tiene el sistema digestivo en malas condiciones y entonces el gluten los inflama. En esos casos no recomendamos tomar gluten durante un tiempo, pero luego sí lo reintroducimos de manera gradual”.
“Para la mayoría de las personas el gluten no representa un problema de salud, pero hay otras en las que sí puede causar daño debido a condiciones específicas relacionadas con su consumo, como pueden ser los celíacos o las personas con sensibilidad al gluten no celíaca”, opina la Dra. Mariel Silva, especialista en medicina Well-ageing de SHA Wellness Clinic.
La Dra. Silva explica que existen algunas teorías que sugieren que los cambios de la producción de trigo a lo largo de los años han provocado una modificación genética y un mayor contenido de gluten en algunos cultivos que podría estar elevando la sensibilidad a esta proteína. Sin embargo, señala la Dra. Silva, la evidencia científica al respecto es ‘limitada y controvertida’.
Esta experta cree que hay otros cambios en la dieta y el estilo de vida que sí podrían estar contribuyendo a la percepción de un aumento de la intolerancia al gluten. Por ejemplo, un mayor consumo de alimentos ultraprocesados, que produce daño intestinal a largo plazo y cierto desequilibrio en la microbiota intestinal.
“También debemos tener en cuenta que la mejora en los métodos diagnósticos y una mayor conciencia médica nos hace identificar casos de sensibilidades e intolerancias que antes pasaban inadvertidos”, apunta la Dra. Silva, que añade que “la población también está mejor informada y la información es más accesible que nunca, y esto provoca que se tenga una percepción de que aumenta la intolerancia y la sensibilidad al gluten, aunque cuando se revisen las cifras de prevalencia no se observe tal aumento”, explica.
“Es peor hincharse a comer cosas sin gluten que están hiperprocesadas”, opina la nutricionista de SHA Wellness Clinic que recomienda comer más alimentos como verduras, hortalizas, legumbres -que en su composición carecen naturalmente de gluten-, en vez de consumir un sinnúmero de productos procesados que tienen la etiqueta ’sin gluten’, pero que al final no dejan de ser un ultraprocesado sin verdadero aporte nutricional. Además sugiere mirar las etiquetas de lo que comemos, y no consumir nada que tenga más de cuatro o cinco ingredientes.
“El gluten es inflamatorio, es cierto, pero para mí el azúcar es mucho peor, y mucha gente en lugar de quitarse las bebidas azucaradas y todo tipo de gaseosas, se quitan el gluten. Eso es empezar la casa por el tejado”, afirma Romeralo.
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