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SHA Magazine Salud y belleza
Muchos dicen que ‘el más inteligente es el que mejor y más rápido se adapta’. Esa cualidad cada vez más apreciada en curriculums y entrevistas de trabajo se la debemos al cerebro, nuestro órgano más sofisticado, que tiene la capacidad de aprender y transformarse para adaptarse a las circunstancias.
La neuroplasticidad es la capacidad extraordinaria del cerebro para reconfigurar su estructura funcional y física en respuesta a estímulos ambientales, experiencias conductuales, demandas cognitivas o traumas.
Las neuronas están más vivas de lo que se pensaba anteriormente y pueden reorganizarse, migrar y formar nuevas conexiones, ayudándonos a adaptarnos a nuevas circunstancias. Por lo tanto, contrariamente a lo que se creía hace unos años, nunca dejamos de aprender, sin importar nuestra edad.
Imaginemos un cerebro que ha sufrido un trauma, como un ictus, donde una arteria obstruida impide el flujo sanguíneo a ciertas áreas del cerebro, causándoles daño. Un ictus puede tener graves consecuencias, como afectar la capacidad de caminar, mover un brazo o una pierna, hablar o recordar, alterando significativamente la vida y las relaciones personales.
El cerebro experimenta un cambio repentino debido a la interrupción del flujo sanguíneo, y las áreas afectadas dejan de funcionar como antes del evento cerebrovascular. Sin embargo, muchos pacientes pueden recuperarse casi completamente gracias a los esfuerzos del cerebro por adaptarse a la nueva situación. Aunque la recuperación depende del daño sufrido, el cerebro puede reajustarse y seguir funcionando en muchos casos.
Los estudios muestran que las personas que pierden el habla debido a un ictus o sufren afasia pueden recuperarse gracias a la plasticidad neuronal. La facultad del lenguaje suele ubicarse en el hemisferio izquierdo del cerebro, y cuando esta área se ve afectada por un ictus, las neuronas deben reaprender para recuperar las funciones perdidas. Se ha descubierto que el cerebro puede recuperar regiones dañadas del hemisferio izquierdo con terapia intensiva sobre el lenguaje e incluso hacer cambios en estructuras del hemisferio derecho para ayudar en la recuperación.
Otros estudios han demostrado que, tras un traumatismo craneoencefálico que altera funciones ejecutivas como la toma de decisiones, las interacciones sociales o la flexibilidad, una terapia musical de tres meses puede mejorar estas funciones. Las adaptaciones se observan en la corteza prefrontal, que es clave para el desempeño de estas habilidades.
En un cerebro sano, la neuroplasticidad también ofrece ventajas. La creencia de que a partir de cierta edad no se puede aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical o pintar ha sido desmentida. Hoy sabemos que el cerebro es capaz de adaptarse y adquirir nuevas habilidades casi a cualquier edad.
El aprendizaje musical es un campo interesante para investigar la neuroplasticidad en cerebros sanos. Aunque algunas personas pueden aprender más rápido debido a ciertas predisposiciones, los estudios longitudinales muestran que escuchar y producir música genera cambios funcionales en la red motora cerebral y su conexión con el sistema auditivo.
También se producen transformaciones importantes cuando aprendemos un nuevo idioma, tanto en jóvenes como en adultos y personas mayores. Aprender un idioma después de los 65 años es especialmente recomendable para mantener activo el cerebro y reducir el riesgo de demencia. No es necesario dominar el idioma perfectamente o adquirir un acento perfecto para obtener beneficios. Como dijo Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla en seguida”.
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