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SHA Magazine Salud y belleza
Nacer, crecer, reproducirse (dividirse en el caso de las células) y morir es el ciclo vital de todo ser vivo. Pero en cada organismo, el tiempo que transcurre desde que nace hasta que muere es distinto. La senescencia celular es el proceso de envejecimiento de las células que, cuando llegan a una determinada etapa, dejan de duplicarse, pero no mueren, entrando en una especie de fase de hibernación. Estas células senescentes, que permanecen activas, se acumulan en los tejidos y liberan sustancias dañinas que pueden causar distintas enfermedades. Como comenta Vicente Mera, responsable de la Unidad de Medicina Genómica y Envejecimiento Saludable de SHA Wellness Clinic, “antes se creía que la capacidad de las células de dividirse era infinita, pero ahora sabemos que tiene un límite. Además, cada órgano y cada célula tienen una senescencia diferente. Por ejemplo, los glóbulos rojos nacen en la médula ósea, de donde pasan al torrente sanguíneo y, 90 días después, mueren en el bazo. Es decir, su ciclo vital es de tres meses. En cambio, el de los glóbulos blancos es de 15 días”.
Pero llega un momento en el que las células dejan de dividirse, lo que se conoce como el límite de Hayflick. Vicente explica que “el doctor Leonard Hayflick demostró en el laboratorio que el número de duplicaciones que una célula es capaz de realizar antes de entrar en senescencia es limitado, con un máximo de 60 veces. En la actualidad, todavía no conocemos todos los factores que influyen en la senescencia, pero sí sabemos que el paso del tiempo es su principal causa y que determinados procesos, como la oxidación o la glicación, la aceleran. Y existen evidencias científicas de que el 30 % de la senescencia se debe a razones genéticas y, por tanto, muy difíciles de modificar. En cambio, el otro 70 % depende del estilo de vida que llevemos y eso sí está en nuestra mano cambiarlo. Para retrasar este reloj biológico es indispensable seguir un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada rica en antioxidantes, como los presentes en los frutos rojos, los vegetales de hoja verde, los cereales integrales, las frutas frescas, los frutos secos, las semillas o el té. Además, es importante prescindir de aquellos alimentos que lo aceleran, como los procesados, los lácteos, la carne, las grasas saturadas y el azúcar. Aprender a gestionar el estrés y las emociones, practicar ejercicio físico moderado de manera habitual y tener una buena higiene del sueño y el descanso también son hábitos saludables que ayudan a retrasar la senescencia. Por último, existen algunos fármacos que contribuyen a ralentizar el proceso, como la metformina, un medicamento antidiabético que controla los niveles de azúcar en sangre y que, en dosis bajas, produce una mejoría en el envejecimiento”.
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