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Hoy en la clínica, he pasado consulta a una paciente que tenía unos análisis de sangre perfectos y estaba llena de energía. Como es habitual en los diagnósticos de MTC, he comprobado el pulso y la lengua, la he mirado y le he dicho que podría tener toda la energía posible pero que su cuerpo estaba agotado. Ella ha suspirado y relajado sus hombros. Hemos continuado con algunas preguntas sobre salud y su vida diaria. Una madre que trabaja a tiempo completo, ama su trabajo, tiene dos hijos un marido maravilloso. Vive cerca de la costa, come muy bien y hace una hora y media de meditación cada día antes de la rutina “familiar”.
Le he preguntado ¿Qué haces para relajarte? ¿Qué haces para poner la mente en blanco y no pensar en nada? Ella me ha mirado y me ha dicho: “Hago meditación”.
Pero, ¿qué es la meditación y por qué se usa como remedio para todos los desequilibrios de la vida moderna? Bueno, no es magia y no elimina todas las dificultades de nuestra vida. La meditación no garantiza que no lleguemos a la oficina enfadados por culpa del tráfico, ni garantiza el éxito que tendremos en nuestro proyectos. La meditación realizada como un “ deber” no nos recarga de energía.
La meditación debe ser algo que nos proporcione calma a la hora de ver las cosas y afrontar los problemas. De hecho, deberíamos generar una sensación de paz y tranquilidad en nosotros mismos. La práctica crea resiliencia a las pruebas de la vida ya que somos conscientes de nosotros mismos, y de cómo las diferentes cosas nos afectan de maneras distintas, y, además, cómo hemos aprendido a lidiar con estas pruebas. Como todos tenemos diferentes personalidades y características, existen muchas maneras de recorrer el camino de la meditación. Es importante que encontremos una técnica que se adapte a nosotros y nos guste. La meditación guiada, a través de Internet, es un excelente inicio para ver la forma de meditar que preferimos.
Hay varias “tradiciones” en la meditación. Por ejemplo, las formas taoístas generalmente se dividen en tres áreas: perspicacia, visualización y concentración. Mindfulness, es más una tradición budista, que se enfoca más en la respiración y en ser conscientes de lo que se está haciendo en un momento dado.
Algunos ejemplos de muchos son:
¿Sentado o no? Esa es una de las preguntas clave. No existe ninguna regla precisa, depende de lo que nos convenga personalmente.
¿Con qué frecuencia deberíamos meditar? Esta es otra pregunta que siempre nos hacemos. Muchos estudios demuestran que si meditamos 20 minutos al día sentiremos los beneficios. Pero según mi opinión, es el por qué y la forma en la que se medita la que nos aporta los beneficios. Así que volviendo a mi paciente; sale de la cama teniendo en la cabeza una lista de cosas para hacer durante el día, con la mente todavía lenta para poder meditar adecuadamente ya que meditar requiere una práctica y una dedicación real. Le recomendé que hiciera meditación cerca del mar después de dejar a sus hijos en el colegio y antes de trabajar.
También podemos meditar después del trabajo para relajarnos. Siempre tenemos que intentar encontrar ese tiempo extra para nosotros mismos y meditar para ver lo que sucede en nuestros cuerpos, mente y alma cuando nos sentimos abrumados o estresados. Se recomienda no meditar antes de acostarse, pero si se ajusta a nuestro estilo de vida y no nos quedamos dormidos entonces estaría bien.
¿Cómo meditas? Incluso en pequeñas dosis, la meditación recuerda al cuerpo y alma que a veces lo mejor que puedes hacer es dejar fluir. Encuentra un método, el tiempo y la técnica que sobre todo te dé alegría. No existe una manera correcta o equivocada; puedes practicar en cualquier lugar y momento. Si tu mente divaga, tráela de vuelta. Tal vez mi paciente podría tener sus 20 minutos conscientes cuando esté preparando el desayuno.
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