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SHA Magazine Nutrición saludable
Las alergias alimenticias tocan a cada vez más personas, muchas de las cuales se revelan intolerantes a la leche. Esto no es nada sorprendente dado que los lácteos son alimentos muy grasos e indigestos que contribuyen a que aparezcan enfermedades respiratorias como la bronquitis, la sinusitis o el asma entre otras.
La leche de vaca está diseñada por la naturaleza para lograr que un ternero crezca rápidamente, no para el crecimiento de un bebé humano. Existen estudios que demuestran que la cantidad de aminoácidos de la leche de vaca, así como la calidad de éstos, dista mucho de la calidad y la cantidad de los de la leche materna, y por ello, el bebé no puede metabolizar algunos de los aminoácidos presentes en exceso en la leche de vaca.
Algunos investigadores defienden que la caseína, una proteína contenida en la leche, es de muy difícil asimilación ya que es de gran tamaño. Esto puede provocar alergias y diarreas o intolerancia a la lactosa. Por otro lado, su azúcar, la lactosa, provoca mucha mucosidad en el intestino porque no se asimila correctamente. Además, como recubre las paredes internas del intestino, impide asimilar el resto de los nutrientes de los alimentos que nuestro organismo está intentando digerir.
Siempre se ha defendido que la leche de vaca aporta calcio. Creo que es un alimento adornado de tópicos, y el calcio es uno de ellos. Evidentemente, los lácteos son muy ricos en calcio, pero para que el cuerpo pueda asimilarlo adecuadamente necesita otros elementos como el magnesio, y la leche es muy pobre en magnesio.
Parece más bien que nuestro cuerpo no la asimila bien, pues de otro modo no habría tanta descalcificación y osteoporosis en tantas personas que han tomado leche toda su vida. En países orientales donde no se toma leche se dan muchos menos casos de osteoporosis. Entonces vemos que no es tan importante el aporte de calcio como el equilibrio dietético.
El calcio está presente en muchos otros alimentos. Podemos destacar como fuentes ricas en calcio las algas marinas (hiziki, wakame, kelp, kombu, arame), los cereales integrales, las semillas, especialmente las de sésamo, que además son muy ricas en magnesio, las legumbres (las lentejas, las alubias..), las verduras en general, los frutos secos como las almendras, las avellanas, las nueces…
Y tan importante es saber si ingerimos suficiente calcio como saber si el tipo de dieta que seguimos está consumiendo nuestras reservas de calcio y el resto de minerales. Debemos conocer los alimentos que acidifiquen la sangre y nuestros tejidos para así evitarlos: carnes rojas, embutidos, refrescos, grasas, fritos, azúcares simples y el alcohol.
Si nos apetece consumir este alimento podemos optar por leches de origen vegetal, como la leche de avena, de arroz y la de almendras. Estas tres son a mi modo de ver las más equilibradas, pero siempre serán más digestibles si las hervimos durante al menos 3 o 4 minutos. Se puede hervir una gran cantidad y luego guardarla en el frigorífico. (Al hervirlas recomiendo añadir una pizca de sal para realzar su sabor.)
Si tienes síntomas de alergias y no sabes de dónde vienen, te recomiendo probar a eliminar la leche de vaca de tu dieta ya que la mayoría de las alergias e intolerancias alimentarias desaparecen al eliminar de la dieta el azúcar y los lácteos.
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