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SHA Magazine Salud y belleza
A todos nos gustaría tomar buenas decisiones. Mirar atrás un buen día dentro de diez años y pensar: ¡Qué bien lo hice! ¡Qué bueno era en el proceso de decision making! Pero la satisfacción de tomar una buena decisión depende de muchos factores. Entre ellos de las opciones que tengas para elegir, del estrés que te esté afectando en el momento de decidir, de la presión social que exista sobre los resultados, y, por supuesto, de tu rendimiento cognitivo.
Estar descansado mentalmente y en buena forma cognitiva es clave para tener una visión más clara y decidir bien.
Gran parte del éxito tomando decisiones difíciles está en tu corteza prefrontal, una zona del cerebro que se encarga de controlar los impulsos, y te permite reflexionar y sopesar los pros y los contra sosegadamente antes de tomar una decisión.
La corteza prefrontal ventromedial es la región principal implicada en la toma de decisiones. Allí se produce la integración de la información sensorial, mnésica y emocional necesaria para decidir por la mejor de las opciones disponibles. La amígdala es otra de las estructuras relevantes en este proceso, pues es la encargada de procesar y codificar la señal emocional y su asociación con los estímulos contextuales.
Por último, la corteza prefrontal dorsolateral también participaría en este proceso pues es la que activa la memoria de trabajo, en especial cuando tenemos delante una decisión compleja. Se sabe que todas estas zonas de la corteza prefrontal y el cerebro participan en la toma de decisiones gracias a amplios y contrastados estudios de Neurociencia entre ellos la revisión Mecanismos cerebrales de la toma de decisiones, publicada en la Revista Neurociencia. Los neurocientíficos aseguran que nuestro sistema cerebral está diseñado para tomar decisiones.
Entonces, ¿por qué nos equivocamos con tanta frecuencia si nuestro cerebro está diseñado para tomar las mejores decisiones?
Lo cierto es que casi nunca tomamos decisiones tranquilamente, con tiempo para valorar todas las opciones, comparar y decidir. Lo habitual es que lo hagamos con prisas, con un deadline muy apretado y valorando entre opciones que tienen elementos positivos y negativos casi en igual medida, por ejemplo, entre un puesto con un salario alto y muchas horas de trabajo, y otro de menor salario, pero con más tiempo libre.
Un equipo de neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha descubierto que tomar decisiones en este tipo de disyuntiva, conocida como conflicto coste-beneficio, es muy difícil y el proceso suele verse afectado por un estrés crónico.
Un cerebro dominado por la ansiedad no toma buenas decisiones, pues en ese caso está decidiendo el sistema límbico, el área responsable de las respuestas emocionales, la memoria y la motivación. El sistema límbico suele proveer a nuestra imaginación de múltiples posibilidades catastróficas que nunca sucederán pero que impedirán sopesar de un modo realista las ventajas y desventajas de cada situación y entorpecerán la toma de buenas decisiones.
¿Cómo podemos asegurarnos de que estamos en las mejores condiciones para tomar decisiones? Lo mejor es garantizar que nuestro rendimiento cognitivo sea óptimo y todas nuestras capacidades estén al máximo y concentradas en decidir bien aún cuando las condiciones no sean siempre las más favorables.
Muchas circunstancias pueden conspirar en contra del rendimiento cognitivo. Por ejemplo, el cansancio, los viajes frecuentes con cambios de husos horarios, el estrés, las expectativas, la multitarea o el abuso de la tecnología pueden dejarte física y mentalmente agotado. Según los datos del estudio Global Leadership Forecast, seis de cada 10 directivos sufren agotamiento extremo al acabar la jornada.
Un programa de reseteo para recuperar la agilidad mental y la precisión a la hora de tomar decisiones es una buena elección. En SHA Wellness Clinic el programa Leader’s Performance está diseñado justamente para recuperar el rendimiento, la productividad y la agudeza para tomar decisiones. “En el programa abordamos las siete áreas que influyen en el rendimiento cognitivo: alimentación, ejercicio físico, descanso, gestión del estrés y de las emociones, detoxificación, recuperación de la microbiota intestinal y equilibrio hormonal.
Todos los tratamientos se personalizan al extremo para que se adapten como un guante a las características, el temperamento y las necesidades de cada persona”, explica el doctor Vicente Mera, responsable de la Unidad de Envejecimiento Saludable y especialista en Medicina del Sueño de SHA Wellness Clinic. Además, el programa se comprime en una semana para hacerlo compatible con las obligaciones laborales de los altos directivos y de las personas con responsabilidades laborales.
El paciente, trabajando junto a un equipo multidisciplinar de profesionales, recuperará su máximo potencial físico y mental y fortalecerá su sistema inmunitario y su salud general. La persona volverá a sus mejores condiciones físicas y mentales. Los errores se minimizarán y crecerá la confianza para tomar decisiones difíciles.
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