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SHA Magazine Bienestar y descanso
Hoy traemos dos noticias: una buena y una mala. La mala es que las mujeres sufren más estrés que los hombres (ahora explicaremos por qué). La buena, que lo identifican y se ponen a trabajar antes para superarlo.
El estrés femenino se relaciona con la carga mental. Un concepto psicológico que engloba al “conjunto de tensiones inducidas en una persona por las exigencias del esfuerzo mental y emocional en un determinado contexto”.
El concepto de carga mental se ha extendido con rapidez del espacio de trabajo al ámbito familiar y doméstico, y se relaciona con el trabajo mental que supone dividir las tareas cotidianas, gestionar la logística y asumir las responsabilidades familiares y laborales. Y hay un dato relevante en relación a esta cuestión que afecta a las mujeres, Según el estudio Próxima a ti de P&G, el 71% de las mujeres soporta una alta carga mental, una circunstancia que sólo afecta al 12% de los hombres.
Aunque se están produciendo cambios en la sociedad, todavía la logística, planificación, coordinación y toma de decisiones en el hogar, cae sobre las mujeres, una situación que se intensifica con la maternidad.
Un reciente estudio sobre la implicación familiar en la educación, realizado desde el Observatorio de la Fundación La Caixa concluye que las mujeres están más implicadas en el día a día de los asuntos escolares de sus hijos. Este estudio destaca que más del 90% del alumnado percibe el apoyo constante de su familia para el estudio. Las madres participan en estos procesos más que los padres. Algunos datos indican que el 80% de las madres se interesa habitualmente sobre el desempeño escolar de sus hijos, frente al 20% de los padres.
La gestión de múltiples tareas vinculadas con roles culturalmente asignados y asumidos tradicionalmente por las mujeres supone un esfuerzo cognitivo por el que no se recibe remuneración ni reconocimiento alguno. Además, las mujeres están más presionadas que los hombres para ser perfectas también en su ámbito profesional, personal y hasta en su apariencia física. Semejante carga mental aumenta el estrés y el desequilibrio emocional y puede derivar en trastornos de la salud mental como la ansiedad y la depresión.
La depresión es algo más que estar triste. Puede doler literalmente. De hecho, algunas personas con depresión no se sienten tristes en lo más mínimo, pero pueden presentar otros síntomas físicos, como dolores de cabeza, calambres o problemas digestivos. Alguien con depresión también puede tener problemas para dormir, o despertarse por la mañana y sentirse agotado, incapaz de salir de la cama.
Las mujeres con depresión suelen experimentar sentimientos de vacío persistente, desesperanza o pesimismo. También pueden estar irritables o sentir falta de energía. Suelen experimentar sentimientos de culpa, nulidad o impotencia.
La depresión también se manifiesta con una dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar. Los cambios en el apetito o en el peso también pueden ser una señal, así como los pensamientos sobre la muerte o el suicidio, las molestias o dolores corporales, los dolores de cabeza, calambres o problemas digestivos sin una causa física clara, o que no se alivian con ningún tratamiento.
Además, ciertos tipos de depresión son exclusivas de las mujeres. Entre ellas las que se producen en diferentes etapas de la vida como el embarazo, el posparto, la perimenopausia y el ciclo menstrual. Todas están relacionadas con cambios físicos y desequilibrios hormonales drásticos, propios de la mujer.
Algunos estudios documentan que la ansiedad es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Las mujeres en edad reproductiva son entre dos y tres veces más vulnerables a desarrollar trastornos de ansiedad que los hombres. “Ser hombre o mujer no sólo puede influir en la prevalencia de los trastornos mentales, sino también en la manifestación y expresión de los síntomas, la voluntad para solicitar asistencia médica o psicológica, el curso de la enfermedad, incluso en la respuesta al tratamiento”, dice el estudio.
Cada vez existen más pruebas sólidas de las diferencias entre ambos sexos respecto a su anatomía cerebral, la neuroquímica y los patrones de activación y respuesta a los estímulos ambientales; diferencias que parecen influir en la etiología y el curso de los trastornos psiquiátricos.
La ansiedad y la depresión tienen un impacto considerable en la salud y el bienestar de las mujeres. Hace ya varias décadas un estudio de David Spiegel y sus colegas de la Escuela de Medicina de la Universidad Stanford reveló que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama cuya depresión disminuía vivían más tiempo que aquellas cuya depresión empeoraba. Su investigación y otros estudios mostraron de manera clara que “el cerebro está conectado de manera estrecha con el cuerpo, y viceversa”, comentó Spiegel en una entrevista. “El cuerpo tiende a reaccionar al estrés mental como si fuera estrés físico”, dijo el científico.
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