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SHA Magazine Salud y belleza
Tener los pies en la tierra te va a cambiar la vida. Literalmente. Caminar por la hierba o por la arena de la playa significa tener una conexión más especial y directa con la naturaleza. Sabemos que es agradable, y que tranquiliza, pero es mucho más que eso.
Numerosas investigaciones afirman que caminar con los pies en la tierra alivia la inflamación que está detrás de enfermedades como la diabetes, el asma, el Alzhéimer, la artritis, y algunas dolencias cardíacas. Además, mejora la calidad del sueño, reduce el dolor muscular, mejora el estado de ánimo, aumenta los niveles de energía y tiene un efecto beneficioso sobre el estrés al normalizar la secreción de cortisol (hormona del estrés) y estimular el sistema nervioso parasimpático.
El término científico es grounding o earthing y todos sus beneficios se explican porque somos seres eléctricos, que emitimos y captamos ondas energéticas. Un desequilibrio entre iones positivos y negativos puede causar problemas de salud. “Vibramos a la misma frecuencia que el planeta, y necesitamos de su energía para recargarnos. Por eso nos sentimos mejor cuando entramos en contacto con la naturaleza”, explica Amalia Rubio, responsable de la unidad de Salud Energética de SHA Wellness Clinic.
El cansancio y la fatiga pueden estar relacionados con una pérdida de electrones, y por lo tanto con una falta de conexión con la tierra. Las causas pueden ser variadas, desde la contaminación del aire, los tóxicos que comemos, los productos que utilizamos, y también la gestión que hacemos de las emociones y el estrés.
Por otra parte, pasamos muchas horas en espacios interiores con muchos dispositivos electrónicos y mala ventilación. El grounding nos beneficia porque la tierra está cargada de electrones, y al caminar son absorbidos por los pies descalzos y se aprovecha su potente efecto antioxidante. Los dispositivos y las conexiones eléctricas que nos rodean todo el día facilitan la vida, quién lo pondría en duda, pero también suponen un riesgo para la salud que podría aliviarse con la práctica sistemática de grounding.
“El ser humano es frecuencia, somos cargas eléctricas y las necesitamos para funcionar. No podemos perder esa energía que está en peligro debido al estrés, al modo de vida, a la cantidad de dispositivos electrónicos que nos rodean, incluso a la propia comida que apenas tiene nutrientes y está muy procesada. La falta de motivación y el cansancio que sentimos es porque nos hemos desconectado de la vida y de la naturaleza”, explica la experta.
Amalia Rubio confirma que el grounding -lo ideal es pisar la naturaleza o la madera- nos carga de iones negativos, que son alcalinos, muy positivos para el cuerpo, pero la experta dice que trabajando con barro o con cerámica también se consiguen buenos resultados. “Toda la materia viva nos aporta iones negativos. Estamos muy cargados de iones positivos por las frecuencias de los móviles, los ordenadores, la fibra de la ropa, el asfalto, las torres de electricidad, la frecuencia electromagnética y la luz artificial. Hay mucha evidencia científica de que mantener la piel en contacto con la naturaleza es muy saludable. Todos tenemos un campo electromagnético y caminar descalzo sobre la tierra es bueno porque hacemos una toma a tierra y nos recargamos de electrones negativos”.
Practicar sistemáticamente el grouding nos carga de vitalidad, elimina el estrés reduce la inflamación crónica, mejora el sueño, equilibra el cortisol y fortalece el sistema inmune.
“Con 30 minutos diarios de grounding sería suficiente”, asegura Rubio quien cree que un baño en el mar sería todavía mejor. “A los iones negativos habría que sumar los beneficios del agua, del yodo, y de los rayos del sol”.
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