Por qué se debilita el sistema inmunológico: factores y soluciones preventivas

El sistema inmunológico es nuestro mejor soldado. De su fortaleza depende nuestra capacidad de permanecer sanos y rechazar virus, bacterias y enfermedades crónicas. A veces ese soldado se debilita por circunstancias externas o por cuestiones nuestras que no gestionamos bien. Son esas épocas en que parece que nos enfermamos más, estamos más débiles y nos sentimos cansados y con poca energía.

Veamos cuáles son los peores enemigos de nuestro sistema inmunológico. Información es poder. Y solo así sabrás cómo no poner en peligro la salud de tu mejor soldado.

Estrés crónico. Las situaciones mantenidas de estrés impactan significativamente en el sistema inmunológico. El estrés prolongado aumenta los niveles de cortisol, una hormona que a su vez puede suprimir la función de ciertas células inmunes y disminuir la capacidad del cuerpo para combatir infecciones.

No tener una dieta saludable. Una alimentación pobre en nutrientes esenciales afectanegativamente la función del sistema inmunológico. La falta de vitaminas y minerales, como la vitamina C, la vitamina D, el zinc y el hierro, debilitan la respuesta inmune y aumentan el riesgo de contraer enfermedades.

Para cuidar el sistema inmune conviene vigilar la alimentación para que sea rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables. Estos elementos proporcionan al cuerpo los nutrientes necesarios para fortalecer el sistema inmunológico. Incluye en la dieta alimentos ricos en vitaminas C, D, E y zinc, así como antioxidantes y probióticos.

Dormir poco y mal. El sueño juega un papel crucial en la regulación del sistema inmunológico. La falta de sueño o su mala calidad debilitan la función de las células inmunes, disminuyen la producción de citoquinas inflamatorias y aumentan el riesgo de desarrollar infecciones. No solo se trata de las horas que duermes, sino también de la calidad de ese sueño, que debe ser profundo y reparador sin despertares nocturnos frecuentes. Observa cómo te despiertas por las mañanas. Si estás muy cansado o necesitas mucho café para funcionar probablemente no estás durmiendo bien.

La vida pasiva y sedentaria. La actividad física regular es importante para mantener un sistema inmunológico saludable. El ejercicio mejorar la circulación sanguínea, promueve la función pulmonar y reduce la inflamación. Todo esto fortalece la respuesta inmune. Es importante practicar ejercicio físico con regularidad. No hay mejor activador y fortalecedor del sistema inmune que el movimiento.

El alcohol y el tabaco. El consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo aumentan el riesgo de infecciones y debilitan el sistema inmune. El alcohol en exceso puede suprimir la función de las células inmunes, y productos químicos como la nicotina y el alquitrán, presentes en el humo del tabaco pueden dañar el sistema respiratorio y comprometer la capacidad del cuerpo para combatir las infecciones respiratorias.

Precarias medidas de higiene. Hay que poner en marcha algunas medidas higiénicas básicas, entre ellas lavarse las manos regularmente, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, evitar el contacto cercano con personas enfermas y mantener limpios los espacios de convivencia.

Exposición a toxinas ambientales. Los contaminantes del aire, los productos químicos tóxicos y los metales pesados debilitan la función del sistema inmunológico. Estas toxinas pueden causar estrés oxidativo, inflamación y daño celular.

Poca hidratación. Se debe beber suficiente agua para mantener el sistema inmunológico en óptimas condiciones. El agua ayuda a transportar nutrientes a las células y a eliminar toxinas del cuerpo.

Por último, dedica tiempo y atención a tu vida social. La soledad no deseada favorece la depresión y debilita el sistema inmune. En cambio, las relaciones sociales positivas con amigos y familiares mejoran la salud mental, emocional y, además, fortalecen el sistema inmunológico.