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Respiración y el sistema inmune

Por SHA Wellness Clinic
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19 de mayo de 2020
Holística

Rachel Rose
Instructora de yoga y meditación en SHA Wellness Clinic.

Desde que se declaró la pandemia del coronavirus, la respiración y la inmunidad han copado las noticias de todos los países del mundo. En las últimas semanas, hemos visto imágenes aterradoras de personas a las que un virus les robaba el aliento. Si algo nos ha recordado el coronavirus es esto: cuán importante es la respiración y cuán importante son la inmunidad y la medicina preventiva. Porque la respiración está directamente relacionada con el flujo linfático, y el flujo linfático está directamente relacionado con la inmunidad. Siga leyendo para ver cómo se relaciona la respiración con la inmunidad…

Respiramos desde el momento en el que nacemos hasta el momento en el que morimos. Sin embargo, la mayoría de nosotros apenas somos conscientes de la respiración.

Aprendemos en la escuela que los pulmones absorben oxígeno y liberan dióxido de carbono, pero aparte de esto, pocos de nosotros sabemos algo más sobre la mecánica vital de la respiración y cómo el acto de respirar afecta a otras partes del cuerpo.

Los músculos intercostales y el diafragma son los principales músculos de la respiración, pero existen numerosos músculos “accesorios” de la respiración en la espalda, el pecho y el cuello. Teóricamente, esos músculos accesorios solo deberían usarse en momentos de esfuerzo, pero la realidad es que la mayoría de las personas usa estos músculos accesorios continuamente.

El músculo del diafragma se encuentra entre los pulmones y el abdomen. Suelo decir que es “el suelo de los pulmones y el techo del vientre”. Cuando inhalamos, el diafragma se mueve hacia abajo. Cuando exhalamos, se mueve hacia arriba. Es casi como un ascensor que solo se mueve entre dos pisos. Cuando el diafragma se mueve hacia arriba y hacia abajo en el centro del cuerpo, es comparable al pistón del motor de un automóvil. Su movimiento rítmico genera una diferencia de presión constante y cíclica en la cavidad abdominal.

Comparemos el movimiento del diafragma con el movimiento de un pistón en un motor de combustión interna. Cuando el combustible se quema, libera energía. Y esta energía mueve el pistón hacia adelante y hacia atrás, creando diferencias de presión que alimentan el cigüeñal y hacen girar las ruedas.

La respiración profunda y el flujo linfático

Las diferencias de presión en la cavidad abdominal creadas por la respiración diafragmática también causan una serie de diferencias de presión que luego generan movimiento en el cuerpo. Ahora solo nos centraremos en uno de ellos: el flujo linfático que se genera con la respiración profunda.

El sistema linfático vascular, o simplemente sistema linfático, es un sistema circulatorio no muy diferente al sistema sanguíneo cardiovascular. Claro, el sistema linfático no tiene corazón para bombear la linfa. No tiene arterias, solo vasos delicados similares a venas que transportan la linfa desde las extremidades hasta el centro del cuerpo.

El objetivo del flujo linfático es que la linfa vuelva a la circulación sanguínea. Un poco de linfa fluye de regreso a cada ganglio linfático (tenemos 600-800 ganglios linfáticos en el cuerpo humano), pero la gran mayoría tiene que volver a circular por la vena subclavia. Dicha vena, como su nombre lo indica, está justo debajo de la clavícula. Esto significa que está justo en la parte superior del cuerpo, en la garganta.

El curioso y sinuoso recorrido de la linfa

La linfa se mueve debido al bombeo muscular y la respiración. Necesitamos movernos y respirar para tener un sistema linfático saludable. Específicamente, necesitamos respirar profundamente, con el diafragma, para tirar de la linfa desde la periferia (las partes más lejanas del cuerpo) hacia el centro.

Imagine por un momento un paisaje de montaña: hay colinas y valles, y pequeños riachuelos en lo alto de las montañas se unen para fluir hacia abajo hasta formar grandes ríos en los valles. El sistema linfático se parece mucho a esto: pequeños capilares linfáticos pequeños en todo el cuerpo se unen para formar vasos cada vez más grandes que eventualmente se unen en el conducto torácico.

Este conducto torácico es el vaso linfático más grande del cuerpo y circula paralelo a la columna vertebral. Comienza con un reservorio llamado “cisterna chyli”, que se encuentra justo en frente de la duodécima vértebra torácica. El conducto torácico transporta la linfa hacia arriba, hacia la vena subclavia.

Aquí la respiración influye tanto en la acumulación de linfa en la cisterna chyli como en el movimiento de esta linfa hacia arriba en el conducto torácico.

Finalmente, para cumplir el recorrido de abajo hacia arriba, el conducto torácico tiene que cruzar el diafragma. Hay una serie de “agujeros” en él que permiten que los elementos se muevan hacia arriba y hacia abajo. Pues bien, el conducto torácico cruza el diafragma en el “agujero aórtico”.

Cuando hacemos respiraciones largas y profundas, no solo la linfa fluye más fácilmente hacia la cisterna chyli, sino que también fluye más suavemente en el conducto torácico. En consecuencia, el retorno linfático mejora con una buena técnica de respiración. Casi podemos comparar el efecto del bombeo de los pulmones en el sistema linfático con el efecto del bombeo del corazón en el sistema circulatorio.

¿Por qué es tan importante que la linfa vuelva a circular y cómo afecta a la inmunidad?

  1. Primera línea de defensa.

El sistema linfático actúa como el sistema de comunicación del sistema inmune. Los linfocitos se encuentran en los ganglios linfáticos y los órganos, así como en la sangre. Los ganglios linfáticos son la primera línea de defensa del cuerpo contra la enfermedad. Las señales de peligro sobre infecciones e invasores se transportan desde los ganglios linfáticos a la glándula del timo a través del flujo linfático. El timo es el “cerebro” del sistema inmune, pero necesita ser informado de las amenazas. El timo se encuentra detrás del esternón y debajo de la clavícula. Una vez alertado, puede crear células “soldado” altamente específicas para combatir enfermedades.

  1. Detoixificación celular

Los órganos de detoxificación en el cuerpo humano son el hígado y los riñones. Una vez que la linfa regresa al torrente sanguíneo, las toxinas que transporta pueden enviarse al hígado para la neutralización enzimática y a los riñones para la ultrafiltración. Si la linfa no regresa a la circulación, las toxinas permanecen en los tejidos y pueden causar acidez, inflamación crónica e impedir nuestra capacidad para combatir infecciones. Muchas personas tienen infecciones crónicas de la piel y en las uñas de los pies, y esto puede estar relacionado con un drenaje linfático deficiente.

  1. Sistema de alerta temprana

En las enfermedades transmitidas por el aire, como la gripe o el coronavirus, los ganglios linfáticos centinela son las adenoides y las amígdalas. Si “atrapan” a un invasor, dan aviso de inmediato a la glándula del timo para que se pueda montar una respuesta inmune. Es fácil ver por qué, por lo tanto, un buen drenaje linfático es fundamental para una buena respuesta inmune: los ganglios linfáticos atrapan a los invasores, envían mensajes rápidamente al timo y podemos defendernos rápidamente. El buen drenaje linfático es promovido por la respiración profunda. Entonces, al respirar profundamente, tenemos la ocasión de responder rápidamente a las amenazas.

Y una cosa más…

La respiración saludable es por la nariz. Cada vez que respiramos por la boca, nos exponemos a partículas en el aire que pueden instalarse directamente en el sistema respiratorio. Este aspecto mecánico de la respiración es muy sencillo de corregir y muy importante para la buena salud.

Entonces, y ahora que entendemos cómo los buenos hábitos respiratorios se relacionan con la inmunidad y la salud, practiquemos el cuidado personal y la medicina preventiva con cada respiración. ¡A su (buena) salud!

SHA MAGAZINE

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