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SHA Magazine Salud y belleza
No son hackers. O no del todo. Tampoco son biólogos.O no del todo. Los biohackers (los que practican el arte del biohacking) son una mezcla de todo eso.
Hannes Sjoblad, cofundador de la red de biohackers Bionyfiken–una organización sin ánimo de lucro que reúne a biólogos, hackers, artistas de modificación corporal y otros– define el biohacking como la aplicación de la ética hacker a los sistemas biológicos. En otras palabras, mejorar lo que la biología y la naturaleza nos ha concedido mediante intervenciones tecnológicas en nuestro organismo. Por ejemplo, la implantación de un sistema inteligente de monitoreo de insulina, un marcapasos o unos ojos biónicos.
Digamos que este sería un primer nivel de intervención, otras prácticas experimentan con la implantación de tarjetas de identidad en la epidermis, con imanes o con juguetes sexuales.
Los biohackers se han adjudicado una misión similar a la de los hackers informáticos de los años 70 que abrían ordenadores para jugar y aprender. Pero esta vez el objeto de experimentación es su propio cuerpo. Muchos son incluso las cobayas de sus propios inventos.
La práctica de biohacking no tiene un origen claro, se cree que los primeros experimentosse iniciaron en pequeñas casas convertidas en laboratorios, donde se supone que surgió el término DiYBio –DIY siglas de ‘Do it Yourself’ y ‘Bio’, abreviatura de Biology–, algo así como ‘Hazte tu propia biología’. Según la Organización DIYbio actualmente existen laboratorios de biohacking registrados al menos en 21 países, aunque reconocen que puede haber muchos más sin registrar.
Las ideas del biohacking son diversas, de acuerdo con el poso filosófico de sus practicantes. Algunos pretenden mejorar las capacidades humanas, otros, alargar la vida sin enfermedad, y hay quien como Bryant Johnson quieren recuperar su vitalidad de los 18 años. Johnson tiene 45 años y lleva dos años y al menos dos millones de dólares invertidos en esta misión.
En 2015, un grupo de investigadores del Science for the Masses de California usó Chlorin e6 (Ce6), una conocida terapia anticáncer que luego se descubrió que mejoraba la vista, para conseguir una visión nocturna de 50 metros sin usar gafas.
La idea es siempre optimizar las capacidades humanas. Si aceptamos que el cuerpo es una máquina, tenemos que aceptar que puede ser mejorada o que al menos se le puede hacer un “upgrade”.
Detrás del biohacking hay también un debate ético, pero realmente no existen hasta el momento límites legales para la auto-experimentación en la Declaración de Helsinki, el conjunto de principios éticos establecidos por la Asociación Médica Mundial en 1964 ;tampoco los hay en el Código de Nuremberg, un código ético de la investigación que se estableció tras la II Guerra Mundial. En España, la normativa que regula estas prácticas es la Ley de Investigación Biomédica, que tampoco se pronuncia sobre el hecho de aplicarse terapias a uno mismo.
Muchos nombres ilustres se asocian al biohacking, entre ellos el multimillonario inglés Richard Branson, o Tony Robbins que se ha implantado un software capaz de acabar con la destrucción del hardware corporal. En definitiva, se trata de introducir rutinas, cambios de hábitos y algo de ayuda tecnológica para frenar el envejecimiento y la decadencia del cuerpo. Hay quien se queda en un cambio de alimentación, otros se implantan chips de hormonas bajo la piel y los hay que experimentan con ingeniería biogenética casera.
En SHA Wellness Clinic se practica una especie de biohacking saludable para intervenir malos hábitos de nutrición y hackear estilos de vida de baja calidad. Se realiza un diagnóstico avanzado del paciente que aporta la información necesaria para saber que zonas vale la pena hackear con nuevos hábitos o intervenir, siempre basándose en biomarcadores como la composición o el índice de masa corporal, la longitud de los telómeros, la presión arterial, el número de pulsaciones cardiacas, la saturación de oxígeno en reposo, los niveles de glucemia basal, el colesterol, la hemoglobina glicosilada o la proteína C reactiva.
En la unidad de Well-ageing de SHA se incluye una evaluación genética, de estimulación cognitiva y de salud energética que dibuja un perfil biológico personalizado del paciente que abarca casi 100 determinaciones del envejecimiento prematuro, además de un perfil genético con los niveles de estrés oxidativo, la prescripción de planes de nutrición, suplementos y ejercicio físico, así como terapias naturales y médicas.
Con esta información, tecnología de última generación y experimentados profesionales, al parecer se pueden hacer pequeñas “trampas” a la biología.
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