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La sauna y sus múltiples beneficios para la salud

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12 de marzo de 2024

La sauna es una práctica ancestral que ha llegado casi intacta hasta nuestros días. Tantas generaciones y culturas no pueden estar equivocadas. Si la sauna es también una práctica contemporánea es porque sus beneficios son evidentes. Ahora seguramente mucho más estudiados y respaldados por evidencia científica sólida.

Sus beneficios más obvios son la relajación y el alivio del estrés. El calor penetrante ayuda a relajar los músculos, dilata las células y reduce la tensión acumulada, lo que mejora significativamente el estado de ánimo y la sensación de bienestar.

En la sauna, si aguantas y los haces bien, vas a sudar, y eso es una gran noticia porque estimula la transpiración, un proceso que ayuda al cuerpo a eliminar toxinas y productos de desecho a través de la piel. Es proceso de desintoxicación en toda la regla, que ayuda a limpiar el cuerpo y mejora la función del sistema linfático y el sistema inmunológico.

El calor dilata los vasos sanguíneos (si luego te metes en agua fría se contraen generando una sensación muy placentera), al dilatarse los vasos se aumenta el flujo sanguíneo, y mejora la circulación y la entrega de oxígeno y nutrientes a todos los tejidos del cuerpo. Esto acelera la recuperación de lesiones musculares y mejora la salud cardiovascular.

Tomar una sauna limpia los poros y elimina las impurezas de la piel que queda preciosa, con una apariencia aterciopelada y una textura más lisa. Además, el aumento del flujo sanguíneo proporciona nutrientes adicionales a la piel.

Por último, después de una sauna se duerme como un bebé porque se relajan el cuerpo y la mente, facilitando la conciliación del sueño y la calidad del descanso nocturno.

¿Cada cuánto tiempo se debería tomar una sauna?

La recomendación general para las personas sanas es tomar una sauna de una a tres veces por semana. Esta frecuencia puede variar dependiendo de la edad, la condición física y la capacidad de recuperación de cada individuo. Las sesiones suelen oscilar entre 10 y 20 minutos, aunque algunas personas pueden tolerar más tiempo. Hay que escuchar al cuerpo y salir a la primera señal de incomodidad o malestar.

Hay más estudios de los beneficios de la sauna finlandesa que de la de infrarrojos y suelen observarse sesiones de quince minutos, descansando cinco, e incluso dependiendo de la persona, se puede repetir el proceso. Durante el descanso se puede estar a temperatura ambiente o incluso sumergirse en una bañera de agua fría”, explica la doctora Rosario García, experta en Medicina Well-ageing de SHA Wellness Clinic.

La doctora García explica que la sauna desencadena mecanismos similares a los del ejercicio aeróbico vigoroso. “Por eso se propone como terapia en personas con poca o nula movilidad, pues genera una respuesta hormética en del organismo. Es decir, ante un estrés pequeño como puede ser un aumento de la temperatura, aparece una respuesta adaptiva del organismo desproporcionada respecto al estímulo, pero que genera muchos beneficios para el organismo. En el caso de la sauna se produce un aumento de la actividad de las proteínas por choque térmico dentro de la célula.

Cuando aumenta la temperatura, el cuerpo intenta redistribuir el plasma para reducir el calor y aumentar la sudoración y, por tanto, la eliminación de metales pesados como el aluminio, el cadmio y el plomo, al igual que toxinas como los blisfenoles.

Treinta minutos después de una sauna ya se empiezan a notar todos estos efectos y beneficios en el cuerpo. La sauna estimula la respuesta antiinflamatoria y esto previene el desarrollo de enfermedades autoinmunes y degenerativas. Para la doctora García, la sauna es como una bala de plata: “Es beneficiosa a todos los niveles”.

Errores más frecuentes al tomar una sauna

Estar demasiado tiempo. Puede producir deshidratación, mareos e incluso un golpe de calor. Es importante limitar las sesiones a la duración recomendada y escuchar las señales de sobrecalentamiento que envía el cuerpo.

No hidratarse. La sauna provoca sudoración, y una pérdida significativa de líquidos. Es esencial beber suficiente agua antes, durante y después de la sauna para evitar la deshidratación.

Entrar con el estómago vacío o muy lleno. Entrar con el estómago vacío puede causar mareos o debilidad, y con el estómago lleno, malestar gastrointestinal. La mejor sauna se toma con el estómago ligeramente lleno. Se recomienda evitar las comidas pesadas justo antes de entrar.

No ducharse antes de entrar a la sauna. El sudor y las impurezas pueden acumularse en la piel y obstruir los poros, lo que reduce la efectividad de la sesión de sauna.

No dar tiempo al cuerpo a enfriarse después de la sauna. El cuerpo debe enfriarse gradualmente antes de ducharse.

 

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