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SHA Magazine Salud y belleza
“Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su inteligencia”, escribió el periodista y escritor alemán Kurt Tucholsky que murió en 1935, varias décadas antes de que llegaran los teléfonos móviles y la economía de la atención devorara nuestra capacidad de concentración.
Es cierto que nos preocupa empezar a olvidar nombres de personas que conocemos muy bien, o palabras que solemos usar muy a menudo. Sin embargo, estas señales pueden ser síntomas de agotamiento mental y estrés. Mantener la capacidad de comparar, analizar situaciones y decidir minimizando los errores parecer ser más importante que recordar cada detalle. A esa habilidad se le llama agilidad cognitiva y es uno de los atributos de nuestro cerebro que debemos proteger para garantizar una salud mental plena.
La velocidad de pensamiento va más allá de resolver un ejercicio de cálculo matemático, pues tiene que ver con la capacidad para analizar la realidad, procesar la información disponible y adaptarse a situaciones nuevas.
La agilidad cognitiva se demuestra en nuestro día a día, afrontando los pequeños y grandes problemas que se presentan y ponen a prueba nuestra plasticidad cerebral.
La velocidad para procesar correctamente la información es una cualidad muy demandada en los líderes globales, pues cada día deben tomar decisiones en un mundo complejo, volátil y sometido a rápidos cambios, pero ¿es posible entrenar esa capacidad?
Una de las formas más populares para estimular el cerebro son los ejercicios mentales conocidos como juegos de “entrenamiento cerebral” (o brain training), entre ellos, los problemas de lógica y cálculo mental, los crucigramas o los sudokus. Estos juegos, si están digitalizados, ofrecen la posibilidad de regular el nivel de dificultad y ajustarlo a las capacidades de cada persona.
Aprender cosas nuevas y no quedarse apoltronado en la zona de confort también obliga al cerebro a usar todos sus recursos y a desengrasar las conexiones mentales para adaptarse a las novedades. “Los descubrimientos que hacemos en los viajes, y cualquier aprendizaje suponen un crecimiento para el cerebro”, precisa el Profesor Bruno Ribeiro, experto en Desarrollo Cognitivo de SHA Wellness Clinic.
“El ejercicio físico también nos protege de la atrofia cerebral relacionada con la edad, pero el ejercicio físico no es pasear, implica que el sistema cardiovascular se ponga por encima de la media necesaria para mantener su actividad, hay que elevar la frecuencia cardíaca, el flujo sanguíneo, tiene que costarnos mantener una conversación al mismo tiempo que nos ejercitamos. Deberíamos hacer 50 minutos de actividad física de intensidad moderada a fuerte tres veces a la semana”, recomienda el Profesor Ribeiro.
“Cualquier cosa que uno haga para mantenerse vivo queda marcado en el cerebro con dopamina. Por ejemplo, comer, beber, cuidar de los hijos, estar con los amigos, trabajar de forma placentera, tener sexo. Es decir, todas las conductas que hacen avanzar a la especie se marcan con dopamina, y un buen aporte diario de dopamina eleva otro neurotransmisor, la serotonina que es la responsable del estado de ánimo”, explica Ribeiro.
Al parecer tener buena reserva cognitiva mantiene el cerebro ágil durante más tiempo. La reserva cognitiva es el capital mental en que hemos invertido a lo largo de la vida. Se compone de nuestras experiencias, aprendizajes, lecturas, viajes, recuerdos, relaciones, idiomas, buenos y malos momentos, traumas y alegrías. A mayor reserva cognitiva más protegido estará el cerebro de enfermedades neurodegenerativas.
Aún no es posible asegurar que una buena reserva cognitiva sea un antídoto para las enfermedades neurodegenerativas propias del envejecimiento, pero sí que parece ser un factor que contribuye a retrasar el deterioro cognitivo.
Los neurólogos recomiendan algunas actividades diarias para cuidar nuestra reserva cognitiva. Entre ellas, leer porque favorece la concentración, ejercita la memoria y da alas a la imaginación.
Otra recomendación es reunirse a menudo con la familia y los amigos alrededor de juegos de mesa que sirvan para engrasar habilidades cognitivas como el cálculo, la memoria reciente, la capacidad de planificación y el lenguaje. Los expertos también recomiendan aprender cosas nuevas, por ejemplo, otro idioma, o incluso un instrumento musical.
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